jueves, 7 de agosto de 2014

Ataque racista a mujer senegalesa


El racismo fue y continua siendo un problema en nuestro pais. Como en otras sociedades, el racismo cotidiano (las pequeñas interacciones a traves de las cuales se les hace saber a las personas "negras" que son "esencialmente" diferentes y de un menor valor social en virtud de como se percibe el color de su piel localmente) ya esta casi naturalizado -digo, se hace tan comun que pasa casi imperceptible, excepto a los ojos de los afectados, claro.... 
Cada tanto, algun caso es tan extremo (el valor menor de la persona "negra" no es apenas sugerido, sino fuertemente enunciado) que pone en inequivoca evidencia el andamiaje valorativo asimetrico que afecta a tod@s l@s "no blanc@s". 
En estos dias, un caso de estos muestra todo lo que resta por hacer, por fuera de los pequeños actos simbolicos con que el Estado argentino pretende "darle un lugar" a l@s afrodescendientes y african@s. 

 Reproduzco un comunicado de las asociaciones de afrodescendientes y de african@s que firman al pie:

"A pocos días del "Día de la Mujer Afrodescendiente", las mujeres negras siguen poniéndole el cuerpo al racismo, la xenofobia y la violencia.

Ataque a una joven senegalesa.

Muy lejos de lo que la ciudadanía podría suponer, en Argentina el racismo y la violencia de género están a la orden del día. Ni una convención internacional que sanciona el racismo, ni una ley de avanzada contra la violencia de género, ni una insuficiente ley antidiscriminatoria, ni todas las celebraciones por el día de la mujer afrodescendiente, logran detener la violencia y el racismo que día a día sufren las mujeres negras.

El jueves 31 de julio de 2014 a las 14.30 hs., en pleno barrio porteño de Once, una joven ciudadana senegalesa, de apenas 21 años de edad, - y cuya identidad vamos a preservar por su seguridad- fue víctima de la violencia, el abuso de poder y de un racismo tan frecuente que aterra.

El portero de un edificio ubicado en la calle Rivadavia al 2600 atacó a la joven que se encontraba vendiendo juguetes en la vía pública, ganándose la vida como todos los días desde que llegó a la Argentina hace un mes y medio.

El ataque comenzó con insultos racistas como "no quiero ver una negra cuando salgo a la puerta del edificio". No conforme con ello, comenzó a romper los juguetes que son su fuente de subsistencia. Sin embargo, dejarla sin su mercadería tampoco fue suficiente. El hombre decidió patearla en el estómago. Ante los gritos de las personas que estaban presentes, el portero se metió dentro del edificio.

Un policía que se encontraba cercano al hecho y que suele estar en esa zona, conociendo
que la víctima es hermana de otra mujer que tiene un local en una galería cercana, fue a
buscarla. Cuando la hermana de la joven atacada llegó al lugar, la encontró totalmente
conmocionada por la golpiza. Indignada, le preguntó al policía por qué no hizo algo para detener el brutal ataque. Increíblemente, el policía contestó que “en este país es común pegarle a las mujeres”. Si, leyó bien.

Para afirmar lo que el policía estaba diciendo, el portero salió nuevamente del edificio y le propinó dos piñas en el cuello a la joven. Cuando intervino su hermana mayor, también fue golpeada. La autoridad policial, nuevamente no hizo nada. Sólo se limitó a decir que haga la denuncia, si quería. Pero que él no iba a hacer nada.

Al grito de "Váyanse a su país NEGRAS DE MIERDA", el racista y violento portero volvió a esconderse en su edificio. Y nadie hizo nada.


Las hermanas radicaron la denuncia en la comisaría 8°, de la calle Urquiza 540, desde donde fueron derivadas al médico legal para constatar las lesiones. Luego terminaron en el Hospital Argerich, donde se le colocó un cuello ortopédico, ya que la joven salvajemente atacada no podía caminar por los dolores.

Hasta cuándo las mujeres negras tendrán que soportar el machismo de esta sociedad? Hasta cuándo las mujeres negras tendrán que sufrir el racismo? Hasta cuándo las mujeres negras deberán tolerar la indiferencia de la opinión pública?

La mujer negra durante cinco siglos ha sido triplemente discriminada, por negra, por mujer y por pobre. Hoy, en pleno siglo XXI, podemos decir que nada ha cambiado. O si: lo que ha cambiado son las formas en que se manifiestan hoy ese racismo y ese machismo mortal, porque mata y degrada poco a poco a quien lo/a padece.

Afortunadamente, estas dos mujeres africanas, que buscaron en la Argentina la posibilidad de una vida mejor, no están solas. Hay organizaciones africanas y afrodescendientes, organizaciones de derechos humanos, organismos del Estado, compatriotas, y muchas personas que nos solidarizamos con estas mujeres, repudiamos estos hechos y luchamos junto a ellas para que se haga justicia, para que nunca más ninguna mujer sea víctima de violencia.

Al respecto, la Profesora Miriam V. Gomes, presidenta de la Sociedad Caboverdeana de Dock Sud, declaró: "La semana pasada, supimos la lamentable noticia de que una joven ciudadana senegalesa había sido agredida en la vía pública por un individuo que no sólo la insultó con epítetos racistas, sino que también la golpeó salvajemente en el estómago y el cuello. Cuando creíamos que hechos como éste irían quedando atrás, como partes de un pasado intolerante y violento, nuevamente la realidad nos despierta y nos pone en alerta para redoblar nuestros esfuerzos: esfuerzos para luchar contra el racismo, la xenofobia y la violencia de género. Porque de eso se trata este hecho: una situación en que un individuo abusa de su 'autoridad' como 'macho' dominante y más fuerte, ante el silencio/complicidad general y, lo que es más grave, de un agente policial. Estamos acompañando a la joven en esta situación y lucharemos para que no se repita."

La Asociación de Residentes Senegaleses en la Argentina, la Organización "Todos con Mandela", la Sociedad Caboverdeana de Dock Sud y la Organización IARPIDI, manifestamos nuestro repudio a los hechos relatados, y damos todo nuestro apoyo y solidaridad a las hermanas senegalesas víctimas del racismo y la violencia. Seguiremos luchando para que esto acabe un día. "

Agradezco a Patricia Victoria Gomes y a Nengumbi Celestin Sukama