sábado, 23 de noviembre de 2013

Entran los afroargentinos, sale Sábato


Hace unos días, en el marco de la conmemoración del "Día Nacional del Afroargentino/a y de la Cultura Afro" se colocó, como homenaje y memoria, una placa alusiva en el Parque Lezama.
Una iniciativa loable -que debió haber sido más visible y masiva- algo empañada por el hecho de que la placa se instaló en el mismo pedestal donde antes había una en homenaje a Ernesto Sabato (colocada en el 2004).
Reproduzco abajo la carta que Graciela Fernandez, de la ONG Salvemos las Estatuas y de la Asociación Civil Mirador del Lezama, envió a la legisladora Gabriela Alegre, una de las responsables de la iniciativa.

 De ser cierta la observación (y todo permite suponer que lo es) ¿no merecían los afroargentinos una placa y un emplazamiento  nuevo y diferente? ¿No hay presupuesto para hacer una base nueva? ¿Hasta cuándo seguiremos jugando al "sale uno y entra otro"?



"A la Legisladora de la CABA
Gabriela Alegre

Estimada:
Con no poca sorpresa leo hoy, en una nota publicada en el periódico vecinal “LA URDIMBRE”, del emplazamiento de una placa colocada por su iniciativa sobre una pequeña  construcción en ladrillos que se encuentra en la entrada del Parque Lezama, Brasil y Defensa (adjunto foto)
El detalle –ínfimo-  no tenido en cuenta es que sobre esa base había emplazada una placa de mármol colocada el 7/11/2004 en un homenaje público a Ernesto Sábato, donde se grabó una frase suya “HAY UNA MANERA DE CONTRIBUIR A LA PROTECCIÓN DE LA HUMANIDAD Y ES NO RESIGNARSE. Ernesto Sábato”


En medio del vandalismo sin límites que ha arrasado con lo que fue un parque histórico, declarado Monumento Histórico Nacional, donde se han perdido  monumentos, árboles, bancos y toda cosa factible de ser destrozada también se fue la placa de mármol, rota presuntamente a martillazo limpio.
Pero que la placa no estuviera no significaba que se podía reemplazarla alegremente, así fuera merecido el homenaje en cuestión. El 6.12 se abre la licitación por la puesta en valor del Lezama y, desde luego, pensábamos exigir cuando se cumplimentaran las obras del caso la reposición de ese mármol.
Cuesta creer que nadie recordara un hecho del que participaron, precisamente, conjuntos de candombe y alrededor de mil vecinos, en un jubiloso festejo que duró hasta mediada la tarde y fue, creo, la última vez que don Ernesto pisó el parque que fue escenario de muchas escenas de SOBRE HÉROES Y TUMBAS.
Cuesta creer, además, que en pro de llevar a cabo un homenaje a quienquiera que fuese  los asesores no se fijen primero en Legislatura si el lugar elegido estaba vacante, para no incurrir en lo que creo es un auténtico papelón.
Devuelvan a don Ernesto su placa, trámite que llevó adelante en su momento el recordado Norberto La Porta. Quienes amamos el Lezama y sufrimos a diario su estado de catástrofe tenemos memoria de sus hitos.
Saludos cordiales.
Graciela M. Fernández