sábado, 23 de marzo de 2013

Candombe y Memoria


Candombe y Memoria.
Entre el 21 de Marzo de 2001 y el 24 de Marzo de 2013.
Por Viviana Parody.       

El próximo domingo 24 de Marzo,  Día Nacional de la Memoria, la Verdad y la Justicia, contará –como es habitual- con la presencia de una cantidad importante de expresiones de “matriz afro” que se acercan a la marcha en recuerdo del golpe militar de 1976. Entre las expresiones partícipes, por supuesto, se ha encontrado siempre el candombe. En este año 2013, sin embargo, existe una convocatoria particular para quienes se nuclean en torno de dicha expresión, como lo es “el repudio a la represión policial hacia la cultura, en memoria de José Delfín Acosta Martínez”. Esta convocatoria es indiscutiblemente superadora de toda frontera generacional, racial, de género o nacionalidad, especialmente porque es iniciativa de jóvenes (blancos) porteños candomberos.
 Cuánta agua (ha pasado) bajo el puente.
Cuando hacia 2009 se dividieron en Buenos Aires las Llamadas de San Telmo en “oficiales” e “independientes”, se comenzaron a realizar  jornadas o encuentros de candombe posteriores (“del día siguiente”) a las llamadas, justamente con el fin de hacer circular la palabra en función de construcciones comunes favorecedoras para el candombe. En el primero de aquellos encuentros (que ya llevan hacia 2012 cinco llamadas independientes) tuvimos oportunidad de colaborar Sandra Chagas (reincorporada por entonces al Movimiento Afrocultural tras su desalojo y reubicación desde la calle Herrera 313 hacia la calle Defensa 535) y quien subscribe. El mismo se realizó en el espacio cultural de la calle Chile al 1200 que inmediatamente dejaran Freda Montaño y su grupo Bejuco (afroecuatorianos, tras otro de los tantos desalojos y mudanzas, como se observa en el film Defensa 1464, dir. por David Rubio). Era un 13 de Diciembre, y se cumplían 10 años del Proyecto Kalakán Güé, Homenaje a la Memoria del que habíamos participado en 1999 (dirigidas por Angel Acosta Martínez, en homenaje a su hermano José Delfín Acosta Martínez, y “en memoria de todos los negros que lucharon en el Río de la Plata”), y por lo tanto a la entrada de la sala instalamos una pequeño archivo de fotografías de las décadas de los ´80 y ´90, testimonios visuales del candombe (uruguayo) en Buenos Aires. Al entrar y ver la mítica fotografía de José Delfín Acosta Martínez entre las gacetillas  e imágenes de Kalakán Güé, una actual y muy querida directora de comparsa de candombe nos dijo: “qué linda fotoo! Quién es??”…
A partir de la anécdota, cobramos conciencia de la necesidad de construir una narrativa sobre el desarrollo del candombe (afrouruguayo) en Buenos Aires, acaso un relato que supiera enlazar entre sí a gente precursora como José Delfín –y otros referentes- con los jóvenes (argentinos y/o uruguayos y afrouruguayos) que hoy tocan candombe en las calles de Buenos Aires. Conjuntamente con estos hechos, comienzan a aparecer hacia 2009 una serie de textos académicos que aportan –luego de los escritos sobre candombe afrouruguayo en Buenos Aires realizados por Laura López en 1999- la primer narrativa que atiende el desarrollo sobre el género en nuestra ciudad  (el candombe, entre los años ’80 y la actualidad, ver trabajos de Frigerio y Lamborghini 2009, 2011).


 La producción de una memoria que parece ser diferente.
 Desde 2009, el Estado y las agencias de desarrollo han tendido en la Argentina a la organización acciones que colaboren con nuevas narrativas (multiculturales, inclusivas, y no blancas) de la Nación. En dicho marco, una serie de eventos se presentaron (para los candomberos y activistas) como posibilidades para la conjugación del candombe con la memoria histórica. Expondremos algunos de ellos que serán de utilidad para pensar luego la coyuntura local, y seguidamente agregaremos al relato accionares espontáneos de diversos actores sociales que aportan al tema articulando activismo, candombe, y academia.
 Comenzando por mencionar el principal evento nacional que se realizó para el Bicentenario, remitimos al relato que Eva Lamborghini realizó ya en este blog en 2010 describiendo las pintorescas carrozas se utilizaron para representar  la presencia negra colonial. Agregamos que muchos de los afrodescendientes convocados para ello –que pasaron un casting- estaban realmente en representación de sus antepasados familiares esclavizados. En dicha oportunidad, la posibilidad de deconstruir el blanqueamiento de nuestra memoria quedó confusa, porque tales performances volvían a dejar fijados a los sujetos negros al pasado (retroalimentando las narrativas de su posterior desaparición), como Eva bien nos refería. 

Desfile del Bicentenario. Foto: Eva Lamborghini

Siguiendo con los festejos del Bicentenario que la Ciudad de Buenos Aires tuvo a su cargo, vimos como los tambores estuvieron entendidos únicamente como “extranjeros”, puesto que al desfile cívico militar que recibió a las fragatas del bicentenario (“Regatas 2010”) se convocó a actuar a todas las “colectividades” (así entendidas) presentes en el espacio porteño, entre ellas sobre todo a afrouruguayos, afrobrasileros, afrocolombianos, afroecuatorianos. Obviamente, los afroargentinos –y su estilo de candombe, afroporteño- no estuvieron presentes por considerar (como explicitaron) que “no son una colectividad” (por lo tanto, estuvieron ausentes). En tanto, los candomberos que si desfilaron –y otros representantes de expresiones afroamericanas- siendo argentinos (ya que la mayoría de los integrantes de los grupos lo son ) debieron llevar –por ejemplo- la bandera de Uruguay, y la Argentina se representó a sí misma con la ejecución del pericón nacional por parte de la banda de la armada. Nuevamente, una oportunidad para revisar nuestra memoria como fue este otro evento correspondiente con el Bicentenario, volvía a dejarla “en blanco”, con mecanismos performáticos que extranjerizaban todo elemento negro.

Escena de la película Revolución

 Hacia el 7 de Abril de 2011 se presenta en Buenos Aires el film Revolución, el cruce de los Andes (dir. por Leandro Ipiña), film en el que también participaron muchos de los africanos y afrodescendientes convocados para las carrozas del bicentenario (que filmaron en la cordillera en el invierno de 2009, durante el desalojo de la casa de candombe de la calle Herrera 313) y que a diferencia del film Felicitas (dir. por Teresa Costantini, donde participaron afroargentinos del tronco colonial) no tuvo escenas alusivas al candombe como expresión que nos antecede. Mencionar films aquí solo cumple con la intención de mostrar que desde muchos sectores (como el arte, la cultura, la política) en los últimos años se hicieron esfuerzos por la redefinición o la revisión de la memoria histórica de la Nación Argentina, incluyendo al candombe y/o los afrodescendientes para lo mismo. Dejamos de mencionar un varios otros acontecimientos que cumplieron con el mismo fin.
Coetáneamente a esta serie de eventos y estrenos que el cine de producción nacional o el Estado llevaron adelante, se gestaron también otras acciones a partir del trabajo espontáneo articulado entre distintos actores y sectores de la sociedad. Entre este último tipo de acciones se encuentran los trabajos que hemos podido realizar –ya en Defensa 535 luego del desalojo- con distintos miembros del Movimiento Afrocultural junto a la Dra. Mónica Lacarrieu hacia 2011, que posibilitaron finalmente tanto el apoyo del CRESPIAL (para la salvaguarda del candombe) con el que esta organización negra hoy cuenta, como la inclusión del espacio de candombe de Plaza Dorrego (San Telmo) entre los Sitios de Memoria y Patrimonio Vivo, tras una tarea de etnografía y escritura en la que varios pusimos toda nuestra mejor intención y esfuerzo. El apoyo de CRESPIAL se obtuvo en respuesta a un proyecto construido colectivamente entre los diversos actores y sectores intervinientes en la iniciativa, bajo el objetivo de preservación de la memoria comunitaria referida a los saberes tradicionales -como cantos, toques, y relatos de toda la “comunidad afrocandombera”-, y entendemos que el proyecto se está llevando a cabo con la dirección del Movimiento Afrocultural aún hoy.


Previamente a esta línea de eventos estatales y/o proyectos con apoyos internacionales que con mayor o menor éxito pusieron en relación al  candombe con la memoria, otras organizaciones afrodescendientes ya habían comenzado a deparar en la necesidad de relacionar negritud y memoria reciente. Es esto mismo lo que se insinuaba hacia el 2010 en el ECUNHI, un espacio motivador para todo lo relacionado a memoria, en el Festival Argentina Negra III  Es mujer!, que tuvo como pretensión poner a trabajar temas nunca planteados en las agendas (como género, dentro del activismo negro). En dicho caso, el activismo liderado por la Sociedad Caboverdeana con un proyecto inclusivo apoyado por AECID, estaba buscando aproximar su trabajo a situaciones que relacionaran dictadura y afrodescendencia, cuestión que resultó innovadora porque la reiteración de reclamos en pos del reconocimiento de  los aportes hechos por los sujetos negros a la Nación, a pesar de ser estos justos, operan siempre finalmente con su reverso: dejar en el olvido el presente gracias a la repetición de un guion que no permite pensar más allá del pasado ya dicho y ya pensado, así se trate de una narrativa subalterna del mismo.
Finalmente, hacia 2011, entre la misma serie de acciones espontáneas que intentaron relacionar candombe y memoria, afrodescendencia y derechos humanos, también existió una pequeña participación que como activistas pudimos realizar en la Mesa Temática 23 del IV Seminario Internacional de Políticas de  Memoria realizado en el Centro Cultural Haroldo Conti en el marco de la “ampliación del campo de los derechos humanos”. El caso de José Delfín Acosta Martínez –que expuse con el acompañamiento de Sandra Chagas, fue el único trabajo referido a afrodescendientes que se presentó en todo el seminario internacional de políticas de memoria (resta mucho por “ampliar” en el campo de derechos humanos).

Recordatorio en la antigua sede de Herrera del Movimiento Afrocultural. Foto: A. Frigerio

 Por todo lo antedicho, por los esfuerzos en pos de la revisión de la memoria histórica y por la necesidad de apertura de un trabajo real sobre la memoria reciente, es importantísimo para todos nosotros considerar el caso Acosta Martínez, ya que el mismo condensa la diversidad de intereses anteriormente enumerados. José fue un activista que luchó por la reivindicación de la presencia histórica de los negros en la Argentina, y su asesinato es a su vez crucial para el examen de  una memoria reciente que acota la violencia y la desaparición de personas únicamente a la dictadura. Desde cualquiera de estos puntos que se lo mire, el caso nos interpela: José fue víctima de la violencia democrática y por lo tanto, además de exigirnos tener en cuenta indicios como la raza en situaciones de violencia institucional -por ser un claro caso de racismo-, su caso nos obliga (a activistas, académicos, funcionarios) a dejar de reducir las políticas de memoria a cualquier guion  que vacíe su caudal.
Candombe y represión.
El caso de José, lamentablemente, no es la única oportunidad para analizar la relación que puede establecerse entre candombe y represión, ni es la Argentina el único país “candombero” en donde esto ocurre.  Del mismo modo, puede creerse que en democracia no tiene vigencia el disciplinamiento de los cuerpos. Sin embargo, es probablemente en respuesta al disciplinamiento sobre los cuerpos que aún ejercen las instituciones que tantos jóvenes argentinos se suman a las prácticas performáticas afro en esta ciudad. Fue claramente también la represión que ejercía sobre el candombe la dictadura uruguaya el motivo por el cual muchos afrouruguayos migraron hacia la Argentina (y en siglos anteriores a la inversa). El texto de la canción colocada debajo en audio, y la fotografía tomada en las llamadas de un departamento del interior del Uruguay, explicitan mejor que cualquier extenso análisis los mecanismos de control social que las instituciones llevan adelante muchas veces para con el candombe y/o las expresiones negras en los espacios urbanos:

 Bombelé en la Llamada de Mercedes: "Custodiados" por expertos. Foto: Viviana Parody.

 Entre los eventos organizados por instituciones del Estado en lo que va del 2013 y que relacionan candombe y memoria, se encuentra la actuación que el pasado 15 de Marzo realizó la comparsa Africa Ruge (que hoy reúne a los referentes afrouruguayos mayores del candombe), y que tuvo cita en el ciclo de música de los viernes del Centro Cultural Haroldo Conti (ex ESMA). La conmemoración de los 200 años de abolición de la esclavitud por la Asamblea del Año XIII  que ya mencionó este blog, y el carnaval afrodescendiente también cumplieron con estos fines, pero una serie de vicisitudes  ocurridas en la oportunidad del 15 de Marzo nos permiten a nosotros aquí abrir más preguntas, ya que frente a la propuesta elaborada por el grupo (que figuraba en la gacetilla de difusión), no se pudo/supo viabilizar en el evento ni las narrativas de los actores en voz propia, ni la muestra fotográfica adjunta, ni el toque de candombe característico que recorre el espacio al comienzo o al final (cierre que espontáneamente la comparsa hizo igual, casi automáticamente y por costumbre, al cual los empleados del Centro Cultural respondieron tapándose los oídos y con indicaciones gestuales de “entrar por donde salieron” a todos los tamborileros).


Fotografía de Viviana Parody, actuación del grupo Afrocandombe en Biblioteca Nacional.2012, utilizada por el CCHConti.


Coherentemente con ello, al presentar a los mismos una hora antes de este sordo cierre (“grupo de [de qué? Ah!]…de…candombe!!”) los locutores del Haroldo Conti hicieron mención al habitual recordatorio que activa nuestra memoria asociándola unívocamente a la dictadura, omitiendo toda relación existente entre estos referentes afrouruguayos y la escena cultural de los años ’70 (de Montevideo y de Buenos Aires), entre candombe y dictadura, entre candombe y rock nacional (argentino y uruguayo), y entre candombe y nación –si es que al tenerlo presente frente a sus ojos acaso les remitiera esto a imágenes de un pasado histórico local, al menos-.  Indudablemente, a una construcción tan acotada –y guionada- de la memoria reciente, le corresponde una total ausencia de referencia a la memoria histórica (ni siquiera una mención que relacionara al candombe con la memoria, al menos como parte un aporte “pintoresco” a la Nación Argentina). Claramente también, las políticas (multi) culturales no son necesariamente parientas de (no entran en diálogo con) las políticas de memoria y/o las políticas de derechos humanos en nuestro país.

Africa Ruge actuando y teniéndose que retirar en silencio. Foto: Viviana Parody

 Algunas conclusiones, volviendo a José.
 Decimos entonces, volviendo a este domingo 24 de Marzo, que entre los tantos intentos por desestabilizar la memoria hegemónica, esta convocatoria hecha por jóvenes argentinos por fin trae al paso una serie suturas más que necesarias de hacerse en lo que respecta a la relación entre Candombe, Memoria, Verdad, Justicia y Derechos Humanos, convirtiéndose esto en un llamado de atención para algunos y un hecho cargado de responsabilidades para otros.
 Desde que ya no se ocupara del caso de José la Comisión de Familiares de Víctimas Indefensas de la Violencia (COFAVI Institución desde donde su hermano Ángel Acosta Martínez formó el escritorio S.O.S. racismo con colaboradores como Alicia Funes y Balthazar Akasch, hoy referente de la asociación civil/organización afrodescendiente África y su Diáspora), el mismo tuvo que ser impulsado personalmente por Ángel en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (OEI), sin el apoyo Institucional del activismo local. Desde que Ángel Acosta Martínez –bajo amenazas- se diera al exilio y no pudiera seguir con la misma insistencia los avances del caso (ni siquiera se recibieron novedades luego de diez años de su presentación en la CIDDHH) el mismo se transformó en una clara situación de memoria-olvido, de silencio, tanto para el activismo negro de Buenos Aires (exceptuando los homenajes que realiza el Movimiento Afrocultural que durante unos años tuvieron efectividad) como el activismo negro de Montevideo (siendo que en Uruguay al caso de José le siguió de inmediato y de manera similar el caso de Jorginho Gularte, también irresoluto). A razón de ello es que optamos por dar con lugares como el Seminario Internacional de Políticas de Memoria para volver a hablar del caso. Solo hacia 2012, y en el marco de incipientes políticas de discriminación positiva, el caso de José vuelve a ser mencionado (y/o presentado?) en Argentina frente al Estado por la comisión de derechos humanos de APOA (Asamblea permanente de Organizaciones afro de Argentina), que parece recuperarlo. Sin embargo, como hemos visto, en el mismo espacio estatal en el que expusimos el tema en 2011, hacia 2013 la asociación insistente entre violencia-memoria-dictadura que caracteriza nuestras políticas pudo eclipsar la relación también existente entre violencia-olvido-democracia. 

Baltazhar Akasch con Alicia Funes. SOS Racismo, revista Benkadi, 21/3/2001

Decimos que, este mismo acto político con el que se reduce memoria a dictadura, se vuelven a silenciar vectores (subalternos) de nuestra memoria histórica que necesitan tener voz en las nuevas narrativas (multiculturales) de la Nación, ya sea que se cuente para ello con recursos y beneficios a favor, o no.
 Tal vez sea precisamente por su capacidad de hacer sentido en relación a la memoria (subalterna), la verdad y la justicia, que el candombe (uruguayo) está asistiendo a un proceso inédito de relocalización y expansión en la Argentina, proceso en el cual las tensiones raciales entre jóvenes argentinos y referentes afrouruguayos acaban siendo incongruentes frente a convocatorias como la presente, proviniendo esta del primer sector mencionado (jóvenes candomberos argentinos) y estando en relación a una víctima perteneciente al segundo colectivo (referentes afrouruguayos en Buenos Aires). Apostemos a que en el recorrido futuro de su desarrollo el candombe siga interpelando tanto a la blanquedad que tiñe a nuestras instituciones y nuestros manuales (memoria histórica) como al silencio que tiñe nuestras retóricas (y que proviene algunas veces del Estado y otras veces del propio activismo).