viernes, 30 de noviembre de 2012

El candombe uruguayo y la percusión en Buenos Aires -según Tiempo Argentino

Interesante,  provocativa -y en ocasiones hasta irritante- nota del diario Tiempo Argentino, que entrevista a varios referentes de la percusión (de escenario y callejera) de la ciudad. Presenta numerosas afirmaciones cuanto menos polémicas -cuando no inexactas- pero refleja la diversidad de opiniones sobre la historia y actualidad del género y la  labor de reconstrucción histórica y de la memoria que realizan y realizaron varios músicos. Dicha labor muestra una necesidad aún no del todo bien cubierta por la academia, pese al incremento en la producción local y, también, ya la pérdida de su monopolio -si alguna vez lo tuvo- sobre las interpretaciones del pasado y los orígenes de los géneros musicales. Los entrevistados realizan una sugerente mezcla de arte, reconstrucción histórica y militancia social.
El artículo evidencia, asimismo, la influencia de la posición en el campo candombero y percusivo en la valoración de determinadas actividades.  La afirmación de Martirena sobre el "nuevo candombe argentino" puede resultar particularmente polémica, pero señala una cuestión importante: dejando por un momento de lado la notable cantidad de tamboreros uruguayos activos en la ciudad, ¿cómo empezar a conceptualizar una práctica cuyo origen es inequívocamente (afro)uruguayo pero que ya está siendo practicada y difundida por cientos -ya casi miles- de argentinos en muchas de las principales ciudades del país? ¿Podrá o debería su origen seguir condicionando la manera en que es percibido y practicado, y por cuánto tiempo más? Lo mismo sucede con las religiones de origen afro presentes en el país. ¿Son "afrobrasileras"? ¿"de origen afrobrasilero"? ¿"brasileras"?"¿ de origen africano"? ¿"afroamericanas"? Con casi cincuenta  años de presencia en el país y una abrumadora mayoría de practicantes argentinos, ¿cómo habría que denominarlas?  ¿Qué tan importante -y por cuánto tiempo- es el origen de una manifestación cultural? ¿Deja de serlo recién cuando aparecen características locales propias suficientemente relevantes? ¿O cuando el número de practicantes locales pasa a ser abrumadoramente mayoritario? Un tema que será fuente de disputas por varios años más....
Ya menos inequívocamente  errónea es la trivialización de las Llamadas independientes  Lindo Quilombo como una "preLlamada". Posición que el cronista parece compartir de manera acrítica y que menosprecia  o ignora un esfuerzo sostenido y valioso por  cuestionar  la espectacularización y la utilización de las llamadas por parte del gobierno de la ciudad  (particularmente éste) cuando la práctica del candombe sufre una serie de trabas, dificultades e inatenciones el resto del año. Pensar por qué, cómo, para qué y para quién se realiza una costosa, sacrificada y bellísima muestra de cultura  popular no debería ser visto como un impedimento sino más bien como una condición para evitar su banalización y para la reivindicación de memorias históricas, identificaciones étnico-raciales y, de manera más general, otras causas sociales relevantes.




Tiempo Argentino, 26 de noviembre de 2011
El baile ocupa las calles
Tambores de este lado del Río de La Plata
 Desde hace unos años el revisionismo por la historia de los ritmos africanos y la necesidad de investigar las raíces de la música latinoamericana influyeron en una gran afluencia de grupos que, entre bombo y tambor, invitan a levantar  los pies del suelo.  
Por: Sebastián Duarte


 En los últimos diez años, el fenómeno de los tambores acapara la atención tanto de jóvenes como de familias enteras en Buenos Aires. Cientos de agrupaciones se han organizado en la búsqueda de los ritmos de raíces latinoamericanos con ascendencia negra y tribal de cada región. El revisionismo lleva a muchos músicos a estudiar y rescatar los ritmos del tambor y sus significados. Claudio Artigas Martirena no es argentino, sino charrúa. En la década del '80, se transformó en un eslabón fundamental en la fomentación de la recuperación de los ritmos de los tambores en la calles de Buenos Aires. Desde hace muchos años, todos los domingos, junto a Las Lonjas de San Telmo, la agrupación que dirige, recorre los empedrados de la calle Defensa, divulgando la cultura de ascendencia negra en las orillas rioplatenses. "Nací en un conventillo en el Barrio Sur de Montevideo. Vine en los '80 a tocar al estadio Obras junto al grupo Morenada. Esa misma noche, conocí a mi mujer y nunca más me fui. Traje la cultura de Uruguay. Aquí no había tambores. En 1997 fundé Las Lonjas de San Telmo, mi escuela de tambores. Tuve que revisar la historia argentina para saber qué sucedió. No quedó registro sobre el candombe local. Sin embargo, hoy me dedico a difundir el nuevo candombe argentino", explica.
Mientras que Artigas Martirena al principio se ocupó de divulgar su experiencia traída desde el otro lado del río con los parches de cuero, el argentino Daniel Buira encontró su lugar en el mundo de lo rítmico a través de La Chilinga, uno de los colectivos de tambores más importantes de Buenos Aires. Antes pasó por el grupo de rock Los Piojos, y se transformó en uno de los primeros en mixturar el candombe con el rock nacional. "A principio de los '90, viajé mucho por Latinoamérica y estudié en cada país. Comprendí que en Buenos Aires había una desvalorización de nuestro ritmo porteño y que era mi deber enseñarlo." Fue así como en 1995, Buira, ya alejado de Los Piojos, fundó La Chilinga. "Nada se imita, todo se acciona. Y a los ritmos que tomamos de otros folklores, les damos el toque de nuestro corazón. Entendí el folklore a través de lo que el pueblo después canta o palmea. Así encontré la riqueza cultural", añade Buira. 
Es claro que nuestro instrumento rítmico regional es el bombo legüero. Según cuentan los estudiosos, el cruce entre el criollo con el esclavo africano fue fundacional para su creación. Uno de los grandes expertos sobre el tema es Carlos Rivero, docente en la Escuela de Música Popular de Avellaneda hace más de 20 años, y director musical de Los Bombos Legüeros. "El bombo es un instrumento representativo y tradicional de nuestro folklore. A diferencia de otros tambores, el bombo cuenta con una fricción distinta porque tiene parche con pelos. Dentro de la chacarera, existe una fusión y un nexo con lo afro y árabe, existe una combinación de ritmos binario y terciario. Es una unión de los pueblos originarios con quienes llegaron a nuestras tierras como esclavos. En la zona de Santiago del Estero había muchos negros. Y es allí desde donde se difundió con mayor fuerza el bombo legüero", explica el músico y docente. Tanto para él como para Buira, el rock dio una gran mano a los ritmos de los tambores desde la década del '80. “Desde hace algunos años el bombo se incorporó en el rock y hasta en músicas de México y Brasil. Trascendió fronteras. Cae bien porque tiene mucha esencia de ritmos de tierra. Aquí fue fundamental cuando Divididos versionó 'El Arriero', de Atahualpa Yupanqui. La Bersuit también sumó candombe", opina Rivero al respecto. Por su parte, Buira, además de la búsqueda del rock por el tambor, también analiza el tango y su vínculo con los sonidos de la negritud. "Tiene su origen en la raza negra. La palabra tango venía del tangó. Tangó, a su vez, significaba tambor. Los negros decían 'tocá tangó'. El ritmo del tango, que siempre lleva bandoneón, antes llevaba tambor. La desaparición de la cultura negra de este lado del río hizo que el bandoneón ocupara su lugar. Respecto al rock y su búsqueda de mixturas, creo que 'Verano del '92', de Los Piojos, y 'Matador', de Los Fabulosos Cadillacs, fueron los que marcaron tendencia", explica Buira.
La diversidad de culturas y razas que abundan en Argentina lleva a otras agrupaciones a interesarse en la difusión de ritmos negros de diferentes partes de América y mezclarlas con excelentes resultados. La Bomba de Tiempo es la más famosa de todas. Desde el Centro Cultural Konex, los lunes de todas las semanas y un sábado al mes esta agrupación marca el pulso porteño con miles de personas –además de público local, predominan los turistas– que danzan sin cesar frente a sus 17 percusionistas. Alejandro Oliva es uno de sus integrantes y de sus directores musicales. Sin duda, es un apasionado por los tambores y lo experimental. "La Bomba, a diferencia de otras agrupaciones, cuenta con un lenguaje particular: la improvisación, el aquí y ahora. Quien dirige, lo hace a través de señas. Organizamos a partir de la propuesta del músico. Creemos que es lo más genuino." Para mezclar su propuesta, La Bomba de Tiempo suele invitar a artistas de diferentes estilos musicales a sus espectáculos. Han pasado Jorge Cumbo, Teresa Parodi, Kevin Johansen, Hugo Fattoruso y Raúl Barboza, entre otros tantos. "Cuando vienen invitados, la idea también consiste en que improvisen. Los invitamos a la aventura", revela el talentoso músico. A su vez, Oliva aprovecha para contar que su grupo cuenta con una particularidad: sus integrantes llegaron desde diferentes estilos musicales. "Yo venía de la música culta, la ocular. Y hay quienes llegaron de otros estilos. Hay quienes venían del jazz y del rock, pero también quienes directamente venían del candombe, de lo afroperuano y lo afrobrasilero. Se juntó todo", rememora. Así como La Bomba se pasea por diversos ritmos afro en el marco de la experimentación, Cafundó se encarga particularmente de rescatar los ritmos afrobrasileros, pero especialmente el samba reggae, cuyo epicentro es San Salvador de Bahía. Su director, Ezequiel Szusterman, narra que a los 23 años se fue a Curitiva a estudiar Música Popular Brasilera. "Después me fui solo a Río de Janeiro y me metí en los bares, para conectarme con los grupos de batucadas. Al regresar, me di cuenta que lo mío era todo eso. Allá cada uno toca su tambor y todos son lo mismo. Por ejemplo el panadero se detiene a tomar un trago y el resto sigue. Hay mucha libertad. La gente está bailando. Todo se arma en función de la fiesta popular", cuenta. Pero para Ezequiel, lo crucial llego después, con sus viajes a Bahía. “Me involucré con el samba reggae. Tenía mi grupo Saravá, pero cuando regresé nos juntamos y armé Cafundó. Ensayábamos en la plaza de Pappo, en la Paternal. Crecimos tanto que hasta llegamos a tocar en el carnaval de Bahía." ¿Cómo surgió la posibilidad? Ezequiel se entusiasma: "En 2011 realicé mi cuarto verano estudiando en San Salvador y presenté un proyecto que fue bien catalogado. Este año, el 17 de febrero, tocamos por primera vez en su carnaval. Nos invitaron ellos. El promotor fue Pacote Do Pelo, uno de los fundadores de Olodúm. Tocamos en el Pelurinho."  A pesar de que la mayoría de las agrupaciones de tambores están dirigidas por varones, también hay quienes se encargan de plantear propuestas rítmicas con formaciones exclusivamente femeninas. Tal es el caso de Paola Fassi, que dirige musicalmente a Tamborelá. Y en su largo aprendizaje por sonidos e instrumentos, llegó a viajar a Cuba, como para nutrirse de buena fuente. "Me involucré en tambores de las religiones africanas. Sus tambores y sus toques responden a las religiones, por ejemplo yoruba, arará o bantú", explica ella, y añade que "en los últimos diez años, hay un revisionismo que se fue transmitiendo en los diversos países de América. En Argentina se puede estudiar lo que quieras a nivel tambores. Vinieron cubanos, peruanos y brasileros a enseñar." Convencida en el poder que ejerce el tambor, Paola lo traduce de la siguiente manera. "En el tambor podés encontrar un ritmo y conversar un sonido con otros tambores. Es algo realmente apasionante", concluye. «

La comparsa Yumba -una de las organizadoras de la Llamada Independiente Lindo Quilombo- en las Llamadas "oficiales". Foto: Alejandro Frigerio

las pre llamadas que anticipan la gran fiesta de carnaval
Todos los años, en el mes de diciembre –este año será el 1º–, en San Telmo se realizan las Llamadas de Candombe Independiente. Las Pre Llamadas ya arrancaron el sábado 16 de noviembre. Uno de sus impulsores es el uruguayo Claudio Artigas Martirena, junto a su agrupación Las Lonjas de San Telmo.  A lo largo de la calle Balcarce –desde el Parque Lezama y hasta el pasaje San Lorenzo–, los sábados, desde las 16:30 y hasta las 21, desfilan decenas de agrupaciones de percusión de diferentes barrios, tal como sucede en el Barrio Sur de Montevideo. Cada grupo flamea su bandera gigante con los colores que los caracterizan. Las Candomberas, maquilladas, bien lookeadas y de prominentes curvas,  bailan delante de cada cuerda rítmica. Y los Tamborileros llevan pintados parte de sus rostros de negro y, mientras golpean los parches de sus tamboriles –piano, repique y chico– marchan a pasos lentos con sus alpargatas y unas cintas finas que recorren sus tobillos, que simbolizan las cadenas que los negros llevaban en épocas de la esclavitud.  También cada formación cuenta con la representación de personajes básicos dentro de lo que era la sociedad negra en el Río de la Plata de antaño, ya sea porteña o montevideana. Estaban El Gramillero o Yuyero (médico o curandero africano), la Mama Vieja (representa la dignidad de las mujeres negras y su bondad suprema de madres abnegadas), el Escobero o Escobillero (el Ministro de las naciones africanas en el candombe), y el Bastonero (lo mismo que un Escobero pero con un bastón).

la chilinga, una cuestión social y bien barrial
 A diferencia de otras agrupaciones de tambores taquilleras de la Argentina, la Chilinga cuenta con una impronta barrial. Y posee escuelas de percusión en Capital y en el Conurbano Bonaerense. En total son 50 docentes que enseñan a chicos y grandes. Porque además de La Chilinga, existe La Chilinguita, la escuela para los pequeños. "Tenemos cinco sedes: Palomar, Coronado, Saavedra, Lomas de Zamora y Florencia Varela. Además anexos como el ECUNHI", cuenta Daniel Líder, su fundador. La relación con instituciones como la ex ESMA –ahora un centro de divulgación cultural–, deja en claro que Buira cuenta con una posición tomada al respecto. De hecho, todos los 24 de marzo –Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia–, la agrupación suele participar activamente con una tocata en Plaza de Mayo. "La Chilinga nació como una necesidad de revalorar, sin estar presente la raza negra, hay y hubo un estilo rítmico oculto, que es y era bien contemporáneo y ligado al pueblo. El tambor es un instrumento callejero, integrador, convocante. El mismo año que formé La Chilinga también nació la agrupación H.I.J.O.S, donde tengo muchos amigos. Desde hace 17 años, apoyamos a ellos, a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y todos los organismos de lucha que lleven esa clase de ideología", enfatiza el músico.


Agradezco a: Fernando Longobardi