sábado, 18 de junio de 2011

Qué hay en el pelo...

Afiche de la Noche de la Belleza Negra, del bloco afro Ilê Aiyê, una interesante manera de revalorizar peinados, corporalidades y subjetividades negras

La primera vez que fui a Salvador (Bahía)  hace unos treinta (¡!) años atrás, recuerdo que me llamó la atención la cantidad de chicas/mujeres bahianas con el pelo planchado. Paraba en una casa de estudiantes en el Largo do Pelourinho, cuando el lugar aún era un barrio  popular -quizás ya no el de Tenda dos Milagres, de Jorge Amado, pero si lo suficientemente parecido como para evocarlo-. Me recuerdo (no sé si lo invento) caminando por la calle y mirando pequeñas peluquerías casi sobre la vereda donde se hacían estos alisados de cabello. Quizás unos diez años más tarde, luego de Ilê Aiyê, Olodum y en el apogeo de la reafricanización del carnaval bahiano, surgieron varias peluquerias –igual de chiquitas- donde se hacían “penteados afro”. Nunca supe si las anteriores se habían reconvertido, o si eran nuevas manos las que se movían, ahora más cariñosamente, por los cabellos de las bahianas. Veinte años después de la primera visita, la especialidad ya se habia comercializado -probablemente, banalizado- y alrededor del Terreiro de Jesús muchas bahianas ofrecían, munidas de una sillita e implementos varios, trenzar los cabellos de las turistas blancas que visitaban el ahora sanitizado barrio convertido en un parque temático da bahianidade y permitirles llevar un poco consigo, en su pelo.

Esta mini-introducción va sólo para remarcar que la forma de llevar el pelo –y de disciplinarlo- son una dimensión importante en la construcción de imágenes –pero también personas- racializadas. Para nuestro contexto, baste decir, como afirmé en otras oportunidades, que una forma de señalar que una persona es inequívocamente de “raza negra” es decir que es “negro mota”.
Tener “buen pelo” o mal pelo” es una evaluación que afecta directamente la vida de millones de personas en nuestro continente. Cuando estaba en la primaria y empezábamos a ir a fiestas, un amigo que tenía el pelo rubio pero muy crespo se lo peinaba o engominaba incesantemente, intentando -infructuosamente- alisarlo y moría de envidia de un compañero que tenía pelo lacio, gran jopo sobre la frente y se lo sacudía para atrás todo el tiempo. La ubicuidad del uso de tocas (antes), planchitas (ahora) así como la omnipresencia de “claritos” en los cabellos de las mujeres de clase media -que durante un tiempo eran casi una marca de argentinidad que se apreciaba claramente en viajes al exterior- sugieren preocupaciones casi obsesivas que van más allá de meras modas y apuntan hacia dimensiones relevantes en la construcción de identidades e imaginarios racializados –tanto para la construcción de “negritud” como de “blanquedad”.
La entrada que sigue a ésta fue tomada del blog Afroatitudes, de Daniela Gomes, periodista y académica paulista. El relato en primera persona me pareció una manera sumamente ilustrativa de tomar conciencia de uno de los aspectos más poderosos, menos comprendidos y visibles del racismo latinoamericano. 


(Mas sobre a Noite da Beleza Negra en)

http://alejandrofrigerio.blogspot.com/2008/03/il-aiy-noite-da-beleza-negra-2008-i.html
http://alejandrofrigerio.blogspot.com/2008/03/il-aiy-noite-da-beleza-negra-2008-ii.html
http://alejandrofrigerio.blogspot.com/2008/03/il-aiy-noite-da-beleza-negra-2008-iii.html

"Pelo bueno" y "Pelo malo"

Meu cabelo afro é lindo/Mi cabello afro es lindo
Por Daniela Gomes
Daniela Gomes, foto de perfil de su blog


Cada vez que me miro en el espejo antes de salir y veo cómo peino mi pelo ahora, pienso que es muy bonito y que combina muy bien con mi estilo. Generalmente al mismo tiempo me viene a la memoria un pedazo de la música Put your records on de Corinne Bailey Rae que dice: Don't you let those other boys fool you. Gotta love that afro hairdo (no dejes que los otros chicos te engañen, tenés que amar ese peinado afro)”. Pero escoger llevar el pelo afro involucra mucho más que una simple decisión sobre alisar o no el pelo, involucra mucho más que una estética: es una aceptación de que ésta es una opción tan buena como cualquiera.
Hace algunos días vi uno de los programas de la modelo Tyra Banks, cuyo tema era “Qué es buen pelo”. Mujeres negras de diferentes edades –incluyendo niñas- narraban sus aventuras y desventuras con sus pelos y por qué usar el cabello (afro) natural no sería una cosa buena o aceptable. Escuchar las narrativas del programa me hizo pensar en mi propia relación con mi cabello y sobre el peso que colocaron sobre nosotras, mujeres negras, al crear el estigma del “pelo bueno”. Me hizo ver también que esta es una más de las particularidades compartidas por quienes son víctimas de racismo, sin importar en cual de los países de la diáspora hayan nacido.
Como cualquier otra niña negra en Brasil, fui criada bajo el estigma del “buen pelo”, o mejor, el estigma de no tener “buen pelo”. Esa fue una de las características que me hizo ver cómo mi cabello remite a mi negritud, ya que por mi piel clara supuestamente en Brasil no debería, de ninguna manera, sufrir racismo. Pero al contrario de lo que es pregonado por quienes defienden la no existencia del racismo en nuestro país, creo que ésta siempre fue una de las maneras más crueles de discriminación. De niña, mi deseo era tener pelo lacio. Sufría cuando otras niñas me cargaban y decían que mi cabello era virulana, o se rían cuando mi pelo estaba más armado. Peinar el cabello en aquella época era otro sufrimiento -aún con toda la paciencia de mi madre- ya que no había entonces en Brasil productos específicos para criaturas de cabello afro. Me acuerdo bien de enrollar toallas de baño en mi pelo y sacudir la cabeza para tirarlas hacia atrás como si fuera una cola de caballo, como hacían las niñas de cabellos lacios.
En aquel momento mi mayor sufrimiento fue no haber sido invitada como dama de honor de una persona conocida -en mi cabeza de niña de seis años, eso había sucedido por que era la única chica con “cabello malo”. 


Participante de la Noite da Beleza Negra

La primera vez que me alisé el pelo tenía siete años, todavía recuerdo con claridad del fuerte olor del producto -parecía una tumba abierta-. Me acuerdo aún mas de mi alegría al ver que mi pelo finalmente quedaba lacio.  Pero obviamente el proceso de alisamiento es temporario, entonces después de unos meses allí estaba de nuevo mi raíz crespa obstinada en aparecer.
Desde entonces la búsqueda por mantener el cabello cada vez mas liso sólo aumentó. Pasé por la toca de yeso (una alisamiento antiguo que puede ser considerado el abuelo de la "escova progressiva") que me dio un dolor de cabeza de mas de una semana. Después volví para los alisamientos comprados en farmacia, hasta que alrededor de los 16 años descubría el alisamiento con soda caústica. Este método fue escogido por su eficacia en dejar un cabello liso y “natural” pero sus contra-indicaciones eran graves quemaduras en diferentes puntos del cuero cabelludo. Entre un alisamiento y otro mi proceso de concientización sobre la negritud aumentaba, y un dia al leer la biografía de Malcom X me di cuenta que la agresión que el había sufrido al alisarse el pelo y tener que enjuagar su cabeza en el inodoro era la misma que yo pasaba al usar un producto que tenia como principal elemento la soda caústica y que me dejaba heridas por toda la cabeza.
Sin embargo, todavía no estaba lista como para dejar mi pelo al natural, todos los años de lavado de cerebro que decían que mi pelo era feo” o malo” habían funcionado muy bien, porque no conseguía dejarlo sin el empleo de algún producto químico. Una de las razones era creer que de otra manera no podría encontrar un buen empleo –lo que infelizmente continúa siendo una realidad en Brasil.
Participante de la Noite da Beleza Negra


Después de algunos años conocí las trenzas (un tipo diferente de trenzas de las que usaba cuando era niña), el Kannekalon fue mi primer contacto con un peinado completamente afro y también mi pasaporte para la “marginalidad” del cabello.
Cuando elegí usar trenzas, me hicieron todas las preguntas posibles, desde por qué no me sacaba esa “cosa horrible” hasta si no me lavaba el pelo mientras usaba “eso”. Algunas personas inclusive se creían con el derecho a agarrarme el pelo en el subte sólo para ver de qué estaba hecho.
Pero yo amaba mis trenzas, siempre me hizo muy feliz usarlas.
En el intervalo entre un trenzado y otro, continuaba alisando mi pelo, con procesos menos agresivos, puesto que no tenía “paciencia” para dejarlo crecer al natural. Hasta que finalmente tuve el coraje de cortarme el pelo, usar las trenzas hasta el momento en que mi cabello natural estuviera del largo suficiente y cambiar las trenzas por el afro, o “black” como decimos por acá.
Esta podría ser apenas una historia más; después de todo las mujeres se cambian de peinado con facilidad, o podría ser apenas otro modismo más, pero al ver las niñas de este programa diciendo por qué no querían usar su pelo al natural, sentí mucha pena por ellas, por mí y por todas las otras chicas negras que sufrieron con eso y que todavía lo hacen.
Este no es un proceso fácil, todavía escucho muchos chistes y risas en la calle por usar mi cabello afro -muchas personas todavía no comprenden y me dicen que es feo-. Es algo más arraigado socialmente de lo que se piensa, pues el estigma del “pelo malo” es tan sutil que muchas veces ni paramos para pensar sobre eso y lo que causa en nuestras mentes.
No piensen que tengo problemas con los cabellos alisados de cualquier tipo, ni que crea que las mujeres negras podemos ser menos concientes por usarlo así. Sin embargo pienso que sí es necesario parar para pensar por qué lo hacemos, si es porque nos gusta, una opción más, o si es algo más profundo que nos hace, como niñas, querer tener el pelo liso y rubio que nunca tendremos.
Dejo esa pregunta para ustedes, y puedo afirmar que me siento libre al mirarme en el espejo y decir: yo amo mi cabello afro!

Mi traducción del original en portugués que se encuentra en:
Fuente de las fotos:
1- Blog de Daniela
2- http://www.atarde.com.br/mundoafro/?tag=noite-da-beleza-negra
3- http://revistaopa.com/concurso_beleza_negra.html

"Pelo malo"

Aprovecho estas entradas para subir este video. Hace  unos meses que tengo ganas de hacerlo -desde que despertó una controversia en importantes sites afro-americanos-.
El relato de Denise con su experiencia personal es una buena introducción a la -larguísima- tortura que se verá. Por todo lo que ella cuenta, queda claro que la discusión no se agota con echarle la culpa a la insensibilidad de la madre; el video es una buena forma de ilustrar los efectos de valoraciones sociales más amplias.
No queda sino admirar el espíritu de lucha de la criatura...




Tomado de:
http://www.youtube.com/watch?v=f1rOD3t203k
(hay comentarios en inglés..)