jueves, 27 de enero de 2011

(Indo-Americanas) El orden racial-espacial

La líder piquetera Milagro Sala, de  vacaciones en Uruguay, fue a ver el recital de Charly García en el lujoso hotel Conrad.
La visita le valió la siguiente nota de Clarín, que hasta sacó un recuadro en tapa.
Según otras versiones, Milagro Sala habría dicho (o quizás, en otras declaraciones) "qué tiene de malo que los negros vayan al Conrad?"


¿Qué tiene de malo que una colla vaya al Conrad? O, en su versión II, que una "negra" vaya al Conrad?
Y pregunto, además,
¿Qué tiene de malo que le guste la música de Charly García?


En sus análisis de la situación de los afro-colombianos y los afro-ecuatorianos, los antropólogos Peter Wade y Jean Rahier han usado el concepto de "orden racial-espacial". Con él denotan la extendida idea, en estos países, de que ciertos grupos étnicos pertenecen (sólo) a algunas áreas geográficas (generalmente marginales) de la nación y su presencia, por lo tanto, hace ruido cuando se hace evidente en otros lugares, generalmente urbanos, más modernos.
"Recolha-se ao seu lugar!" dicen los brasileros para ubicar (socialmente, pero también se podría decir, espacialmente) a los subalternos "desubicados".
He argumentado, en algún trabajo, que en Buenos Aires también tenemos un "orden racial-espacial" -que se resquebrajó después de la crisis de 2001- por el cual personas con determinados fenotipos ("negros", oscuros, mestizos) no deberían estar en determinados áreas de la ciudad -salvo como sirvientes o realizando tareas muy específicas.  Esta segregación espacial es lo que hasta hace poco sostenía en pie la ilusión de la república "blanca, moderna y europea", la imagen ideal que tenemos de nosotros los argentinos, basada, como siempre digo, en la realidad de apenas unos pocos barrios de la capital.
La nota de Clarín pretende ser una crítica a la ética de la dirigente piquetera, pero nos dice mucho (más) sobre el lugar asignado en nuestra sociedad a determinados tipos étnico.raciales.

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