miércoles, 10 de marzo de 2010

Corto Maltés en Bahia

Clarín esta reeditando las aventuras del Corto Maltés, el famoso personaje de historietas de Hugo Pratt.
En un volumen que salió hace poco, que contiene un episodio llamado "Cita en Bahía", el Corto viaja a Salvador en busca de una joven "que vive en contacto con un grupo de brujos afroamericanos" -según señala el resumen aparecido en la revista Ñ.
Para mi desilusión, la supuesta mãe de santo (que no es nombrada así en la historieta) no joga buzios sino el tarot, y para peor interpreta todo de acuerdo con los signos del zodíaco. De orixás o cultura afrobrasileña, nada.
La historieta es de 1970. Será que en esa época pre-globalización de las religiones afrobrasileras y sin internet era muy difícil conseguir información sobre ellas? Probablemente. Pero claro que los libros de Jorge Amado ya andaban circulando....
Será que para la época el tarot y las interpretaciones en términos zodiacales eran tan exóticas como hoy pueden serlo los buzios y los orixás?
O a lo mejor era una bruja, nomás....

Activistas Afro en la Embajada (4)

Comentario de Alejandro Frigerio:
Solo algunas reflexiones en base a lo planteado por ambos:

1- Parece ser el caso que, efectivamente, algunas embajadas convidan afrodescendientes y académicos sólo como “público” para las actividades que sus gobiernos les mandan/obligan a hacer. Con contadas y honrosas excepciones –en las cuales los funcionarios diplomáticos son, a su vez, negros- las reuniones en embajadas son una formalidad y poco benefician a la causa de quienes a ellas asisten –y que sí están necesitados de apoyos de envergadura….Básicamente, la actitud parece ser: “todo bien cuando los necesitamos como claque, pero no nos pidan apoyos reales durante el resto del año”. Esto, me parece, hay que sincerarlo. Puedo estar equivocado, claro....
2- Creo que no hay que sobreestimar el rol y el poder de los académicos. En estos tiempos de valoración de narrativas multiculturales y “políticas identitarias”, los “nativos” tienen mucho más llegada a los centros de decisión y de poder que los académicos. Los gobiernos nacionales, presionados por pactos internacionales, por la Conferencia Mundial contra el Racismo de Durban o por organismos multilaterales como el BID o el Banco Mundial tienen casi la obligación de escuchar y atender los reclamos de los grupos minoritarios. Por el contrario, nadie les dice que tienen que atender los reclamos y las opiniones de los académicos. No demos por el conocimiento académico más de lo (poco) que vale en la sociedad actual….

Activistas Afro en la Embajada (3)


Comentario de Nicolás Fernández Bravo:

No creo que haga falta afirmar que Nengumbi Celestin Sukama es, a mi entender, uno de los referentes del campo afro con mayor experiencia y autoridad moral para referirse a la discriminación racial. Pero también a un conjunto de problemas que se derivan de esta relación social, como lo son la falta de trabajo digno, el acceso a educación de calidad y la dificultad para insertarse socialmente incluso cuando se cuenta con sobradas credenciales y capacidades. Tanto su persistencia, como sus argumentos públicos y sus acciones concretas, son una clara muestra del capital que tiene el campo afro y lo perjudicial que resulta su fragmentación actual. Siempre que tuve la oportunidad, he defendido su presencia y participación.
En este sentido, me gustaría aclarar mi argumento para evitar falsas dicotomías, y explicitar dónde creo que radica el problema. Lo que haga o deje de hacer la Embajada en verdad no me preocupa – lo tomé a modo de ilustración, dado que era un ejemplo “fresco” que todos los asistentes podían comprender. Como ejemplo, ilustra también lo que sucede con el poder y con El Poder.
Estoy absolutamente convencido de la necesidad de una buena articulación entre la producción de conocimiento, la enseñanza y el activismo político. Pero no es menos cierto que cada espacio necesita autonomía. En este sentido, algunas iniciativas que se generaron en el seno del Movimiento de la Diáspora Africana de la Argentina – actualmente presidido por Federico Pita – fueron pensadas y realizadas atendiendo puntualmente a esta necesidad. Los apoyaron con su trabajo, un buen número de académicos de distinta procedencia (aunque lamentablemente, la participación del Estado Nacional nunca se pudo articular). Iniciativas del mismo tipo se realizaron durante el año 2009 en el marco del Proyecto de Apoyo a la Población Afro-argentina y sus Organizaciones de Base, financiado por la Cooperación Española y dirigido por Miriam Gómes. De este espacio participó, de hecho, la mayoría de los integrantes del Movimiento de la Diáspora.
Tengo entendido que no son las únicas reuniones de este tipo organizadas por los distintos grupos, lo cual demuestra la lucidez del campo al momento de “diagnosticar” sus debilidades y enfrentarlas, si bien algunas de estas actividades variaron en su grado de divulgación, convocatoria y apertura, relativizando un poco esa lucidez.
Creo entonces oportuno señalar que del mismo modo que es peligroso homogeneizar a “los afro”, es igualmente peligroso homogeneizar a “los antropólogos”, que por otra parte no son las únicas personas que trabajan en este campo: hay historiadores, politólogos, abogados, musicólogos y sociólogos, entre otros. No obstante, entiendo que la antropología contemporánea dispone de una mirada específica y útil para comprender la complejidad del campo afro. En el caso particular de la Argentina , además, creo que es un error de interpretación decir que “no han hecho mucho”: creería que en los últimos años han participado mucho de actividades extra-académicas (además de académicas) en pro de la causa afro .
Por último, el problema del liderazgo, el cual considero central. Creo tener cierta experiencia en el trabajo con movimientos sociales (no sólo con los afro ni tampoco sólo en la Argentina ) para considerar cuál es el mejor lugar que pueden ocupar los intelectuales en distintas coyunturas. Aunque sea provocativo decirlo, no es responsabilidad de los intelectuales resolver los problemas de la población afro. En la medida de nuestras posibilidades, apoyo siempre hay. Para el caso específico del campo afro en la región, creo fehacientemente que los grupos tienen que estar liderados por afro-descendientes con el mayor grado de legitimidad posible. Argentina no es una sociedad post-racial, y pocos afro se han podido dedicar al trabajo intelectual en el sentido de poder garantizar su reproducción a partir de él.
Me agradaría vivir en una sociedad en la que el color de la piel no determine la condición social de las personas, pero en la medida en que no haya intelectuales afro ocupando posiciones de prestigio (y no sólo de poder), personalmente voy a seguir considerando que tenemos bastante por hacer. Acaso la última frontera de segregación mental que tengamos que quebrar es – precisamente – la que separa a los afro de los intelectuales, y consecuentemente que un afro se pueda imaginar a sí mismo como intelectual. Mientras tanto, seguiré tratando de aportar desde el Movimiento de la Diáspora Africana de la Argentina