miércoles, 30 de junio de 2010

Los negros y la revolución de Mayo

En su grupo yahoo "Esplendor Afro-Argentino", Pablo Cirio pasó el dato de este interesante artículo de la conocida antropóloga/historiadora franco-argentina (argentino-francesa?) Carmen Muñoz Bernand. Vale la pena leerlo.

Batalla de Chacabuco, óleo de José Tomás Vandorse C. (1850). Museo Histórico Nacional de Chile
"Un cuadro pintado por Tomás Vandorse en 1850, y expuesto en el Museo Histórico de Santiago de Chile, representa la batalla de Chacabuco. En él toda la infantería de las Provincias Unidas es mulata o negra." (del artículo de Bernand)

Los olvidados de la revolución: el Rio de la Plata y sus negros
por Carmen Bernand

Resumen:
Los esclavos negros, los pardos y los hombres libres de color participaron activamente en una serie de combates patrióticos que desembocaron en las luchas por la independencia a partir de 1810. La primera actuación de relieve fue bajo las órdenes del capitán general don Pedro Cevallos, en la toma de Colonia de Sacramento, contra Portugal, episodio con el cual fue inaugurado el Virreinato del Rio de la Plata. Las invasiones inglesas en 1806 y 1807, y las luchas por la independencia principalmente como soldados del Ejército de los Andes. Los diferentes ejemplos son reveladores del patriotismo de estos hombres, posteriormente olvidados por la historia oficial. Sin embargo, y a pesar del heroísmo de muchos de estos soldados, la integración social a la patria fue difícil a partir de los años 1820 y la abolición de la esclavitud no fue promulgada por la Revolución.

El artículo se puede bajar de:
http://nuevomundo.revues.org/58416

Fuente de la imagen: http://www.bernardoohiggins.cl/chacabuco.html

¿Negros, afroargentinos, afrodescendientes?

Dice Carmen Bernand en la nota 6 del trabajo que menciono arriba;

"Empleamos la expresión « negros » por ser la que se utiliza en la época. Jamás se habla de « afroargentinos », término moderno que implica una unidad que nunca existió en el pasado. Si en cambio de « africanos » después de 1810, para distinguirlos de los « americanos ». Sin contar que la « Argentina » como tal tampoco existe en esa época."

lunes, 28 de junio de 2010

Postales de Harlem (2) - Harriet Tubman

En una visita a Nueva York en diciembre del 2008, paseando en ómnibus por la parte oeste de Harlem, me llamó mucho la atención una poderosa estatua de una mujer afroamericana. Viéndola de pasada, probablemente por el turbante en su cabeza, pensé que quizás sería un monumento a una especie de líder religiosa –dada la creciente popularidad de la santería afrocubana, ahora devenida “orisha religion” entre los afronorteamericanos. A los pocos días volví al barrio, pero no la pude encontrar.
Al regresar a Buenos Aires, e internet mediante, pude enterarme no sólo de su ubicación, sino también de a quién y qué representaba. No se trataba de una improbable mae de santo vernácula, pero la formidable estatua había sido, de todas maneras, inspirada por una poderosa mujer con una notable historia detrás.
Cuando volví a Nueva York hace unas semanas, una de las primeras cosas que hice fue visitar Harlem de nuevo y fotografiarla.
La escultura, que está ubicada en el cruce de Frederick Douglass Boulevard, St. Nicholas Avenue y la calle 122, representa a Harriet Tubman (1820?-1913), una afronorteamericana esclavizada que pudo escapar de su condición huyendo hacia los estados del norte. Una vez allí, no conforme con su nueva libertad, retornó a su lugar de origen, para rescatar a sus hermanos y sobrinos, que continuaban en cautiverio.
Devenida ya en liberadora de sus hermanos, realizó un total de trece viajes al sur, guiando a más de 70 compañeros hacia la libertad (primero a los estados norteños norteamericanos, luego, cuando fue necesario llevándolos hasta Canada). Otros sesenta o más también pudieron evadirse gracias a sus precisas instrucciones sobre la ruta a tomar. Tubman aprovechó la existencia del Underground Railroad , una red compuesta por negros libres, abolicionistas y cristianos blancos (generalmente Quákeros) que albergaban a los fugitivos, ayudándolos en las distintas etapas del viaje. Actuando de esclavos o escondiéndose durante el día, viajaban de noche, principalmente cuando éstas se hacían más largas, durante los crudos inviernos. La incansable Harriet tuvo más tarde una activa participación en la Guerra Civil, y cuando ésta terminó, se convirtió en activista por el sufragio femenino.



Si la necesidad de un homenaje público a esta valiente mujer está fuera de duda, las características de la estatua de la artista Alison Saar –y la forma de su emplazamiento- despertaron un agitado debate en la comunidad, parte del cual se puede seguir en internet. Por un lado, las raíces que salen de la parte posterior de la estatua despertaron dísimiles interpretaciones. Según algunos, el andar decidido de Harriet en busca de la libertad (propia y luego de sus seguidores) era tan fuerte que podía arrancar raíces del suelo. Para otros, representan sus propias raíces en el Sur donde nació, o su labor pionera que sirvió de raíz para los valores norteamericanos de la libertad y la igualdad.
Lo que más intensa polémica suscitó, sin embargo, fue el posicionamiento de la estatua mirando hacia el sur. Para muchos habitantes y figuras notables de Harlem la estatua debería estar mirando hacia el norte que era el horizonte de su libertad. Los defensores de la artista sostienen, por el contrario, que el monumento está bien orientado, ya que tanto o más importantes eran los viajes de Harriet hacia el sur, ya que en ellos arriesgaba su propia vida y libertad para el beneficio de sus congéneres.



Los comentaristas más cínicos se dedican a notar que, como puede observar cualquiera que ande por la zona, la estatua llega en el momento en que esta zona de Harlem -particularmente- está siendo gentrificada y muchos de los antiguos moradores han sido expulsados hacia zonas más lejanas –fuera de Manhattan.
Como sugerí en otros posteos, es emocionante ver las numerosas marcas -ahora oficiales- de la historia y cultura negra en el barrio: los nombres de Malcolm X y Martin Luther King en las calles; las estatuas de Harriet Tubman, Duke Ellington y Adam Clayton Powell. Sin embargo, son todos reconocimientos que parecen llegar cuando la población afronorteamericana está siendo expulsada –como ya sucedió otras veces, por ejemplo del Village- del mítico barrio negro de la Gran Manzana.
Así, las espectrales caras afro que asoman en la falda de la libertadora negra pueden representar no tanto fantasmas del pasado, sino del presente, y aún, del futuro….

sábado, 26 de junio de 2010

Los guitarristas negros de Carlos Gardel

El jueves, como todos saben, se cumplieron 75 años de la muerte de Carlos Gardel.
Muchos también saben que dos de los más (re)conocidos guitarristas que tocaron con él eran negros –pero me parece justo recordarlo/s.
En la foto, el Mudo entre Guillermo Barbieri y José Ricardo.
Ricardo fue el primer guitarrista del dúo Gardel-Razzano, a partir de 1915. En 1921 se les sumó Guillermo Barbieri. Ambos siguieron con Gardel en su carrera solista. Ricardo hasta mayo de 1929 y Barbieri –el guitarrista que más lo acompañó, con alguna que otra intermitencia- hasta fallecer en el fatídico accidente de Medellín. Tanto Ricardo como Barbieri, además de eximios músicos, fueron compositores de algunos de los tangos que cantaba Gardel.

viernes, 25 de junio de 2010

Sobre "Andares Negros, Caminos Blancos" - o cómo hacer antropología histórica..

Ayer se realizó la presentación del libro de Lea Geler sobre los periódicos afroargentinos de finales del siglo XIX.
Lo recomiendo fuertemente. En la entrada anterior, señalo dónde se puede leer online el primer capítulo.
Abajo, mi intervención en la presentación. No es una reseña del libro, apenas intento resaltar lo que, a mi modo de ver, son sus mayores virtudes ...

Tengo el agrado de presentar un trabajo que lleva nuestra comprensión de la historia de los afroargentinos to the other level , como dicen los raperos norteamericanos. Al siguiente nivel, a un nivel de comprensión y conocimiento indudablemente más elevado.
Quienes lean sus 400 paginas –no es un libro corto, pero se lee sorprendemente rápido por lo ameno e interesante, lo que es sin duda uno de los (varios) méritos de Lea- sentirán que se abre una puerta hacia el interior de la comunidad afroporteña de la década de 1870 y los primeros años de la de 1880. Podrán comprender de una manera inédita su situación, sus preocupaciones, sus conflictos internos y su relación con la sociedad mayor del momento.
Y cuando digo “podrán comprender de manera inédita” sé de lo que hablo.
En 1989 o 1990 consulté en la vieja Biblioteca Nacional algunos de los periódicos negros , principalmente La Juventud y La Broma.
Lo hice siguiendo las pistas del libro de Reid Andrews, que era quien mas y mejor los había analizado hasta el momento. Había leído también menciones de sus contenidos en algunos trabajos de Rodríguez Molas, y especialmente, en un artículo de Soler Cañas de 1963 –autor que nunca es suficientemente citado y que hace un muy detallado análisis de uno de los episodios de discriminación que Lea examina en el libro.
Mi sensación al leer los periódicos fue ambivalente, por un lado era obvio que contenían mucha información, por otra, que había en los textos numerosos sobreentendidos que dificultaban su comprensión … demasiados episodios descriptos a medias, muchas ironías, disputas con otros colegas… Eran voces que hablaban para un auditorio de “entendidos”; de gente que conocía a las personas de que se hablaba, y que obviamente también habian escuchado descripciones de los eventos que apenas se comentaban, sin describirlos….
Yo sentía –como, a veces, todavía me pasa- que necesitaba más herramientas teóricas para analizar determinados temas que tenían que ver con relaciones raciales o racializadas…. Los métodos de registro, también, eran otros: uno tenía que anotar todo lo que podía , o leer en voz muy baja y grabar –que fue lo hice-. Después me dediqué a otros asuntos, y la desgrabación (parcial) de esas lecturas que apenas podía entender por mi tono de voz, todavía está en mi computadora.
Lo que quiero decir es que, además de la posibilidad de registrar mejor los datos históricos que nos da, por ejemplo, la fotografía digital, a partir de la década del 90 empezamos a tener acceso a toda una serie de conceptualizaciones y perspectivas teóricas que permiten, luego de una recolección cuidadosa y exhaustiva del material como la que realiza Lea, un análisis mucho más productivo que el que se podía hacer entonces.
El trabajo de Lea es una buena muestra del “rinde” que dan estas perspectivas téoricas cuando aplicadas con sapiencia, criterio y coherencia.
La conceptualización de los periódicos como contra-esferas publicas subalternas o de los periodistas como intelectuales subalternos; las ideas de disciplinamiento y de panóptico –que en un principio me pareció algo forzada pero que está bien argumentada-; el énfasis en la inclusión –negociada, resistida, deseada- dentro de un proyecto de construcción de la nación con la adopción de los valores que conlleva; la perspectiva de género, etc. son todos ejemplos de cómo la aplicación –reflexiva, cuidadosa y coherente, no como un intento por estar “a la moda”-de herramientas teóricas contemporáneas al análisis de fuentes históricas brindan una mejor comprensión de procesos históricos –como todos- complejos.
Dije que el libro nos abre una puerta hacia el interior de la comunidad afroporteña de la época –al menos, de la parte de la comunidad que escribía los periódicos, y de la que estos periodistas creían era la que los leía: la comunidad imaginada de y por los periódicos.
Ahora, en este paseo por esta comunidad, por lo que dije anteriormente respecto de las perspectivas de análisis, Lea es inequívocamente la guía.
(Es obvio, claro, que no puede ser de otra manera, ya que cualquier presentacion y selección de material ya es e implica una interpretación. Aún cuando se quiera hacer sólo una presentación de la voz de los nativos al mostrar algunos y no otros se está haciendo una interpretación –de cuál es el valor de algunas voces en detrimento de otras, sus motivos etc. No digo nada nuevo: sólo el ABC de las ciencias sociales. )
En el libro queda claro que es Lea quien lleva las riendas del análisis –aunque su manejo de ellas es suave y convincente. Sus objetivos están anunciados de manera bien explícita desde el principio, los conceptos que utilizará y las variables que considera mas relevantes, también (aunque a los antropólogos no les gusta hablar de variables).
En este caso el énfasis analítico no se contradice con, sino que se apoya en, la presentación de numerosas y largas citas provenientes de los periódicos afroargentinos. Una buena decisión por parte de la autora, y por la cual probablemente el libro tiene la extensión –pero también el encanto- que tiene. Casi todas las páginas del libro tienen alguna cita textual, cuando no dos o tres.
Uno entonces escucha (lee) las voces (opiniones) de los afroargentinos, pero dentro de un análisis que hace entendible los propósitos del discurso nativo y especialmente el contexto –la comunidad, la ciudad, la nación- en que se desarrolla. Cualquier discurso se emite en -y condicionado por- un determinado contexto social. La capacidad de Lea de relacionar las particularidades del discurso afroargentino con las del contexto social es, sin duda, otra de las varias virtudes del libro. En esto creo que avanza sobre análisis anteriores.
Hacer esta relación entre discurso y contexto no es fácil, claro. Además de examinar exhaustivamente los periódicos afroargentinos hay que leer buena parte de la bibliografía contemporánea que trata sobre la época, para mostrar de qué manera la situación del grupo y su discurso muestran especificidades propias y qué tanto responden a tendencias generales presentes en la época.
Lea dice muy explícitamente que quiere hace antropología histórica –lo que puede parecer casi un oxímoron- pero el resultado final logra, efectivamente, aunar las mejores virtudes de ambas disciplinas. Una rigurosa investigación de datos históricos examinados con herramientas teóricas actuales (que en realidad exceden la antropología) y un cuidado con y por los significados nativos que no los fetichiza sino que los contextualiza y ayuda a su comprensión enriquecida.
Decía Alan Watts –uno de mis autores favoritos de juventud- que cuando se explica el Budismo Zen para Occidente hay que evitar dos extremos: explicarlo insuficientemente y que quede inentendible, o por el contrario, hacerlo demasiado comprensible como para que el lector crea que ya entendió todo lo que había que saber y que entonces puede pasar a otra cosa.
Trasladando esta idea al dominio de los estudios afroargentinos, hay que reconocer que de los dos peligros, el libro de Lea se acerca sin duda al segundo: por toda la información que presenta y el perceptivo análisis que de ella se realiza, hace que uno crea que ya sabe todo lo que se puede y debe saber sobre la comunidad afroargentina de la época y que ya no vale la pena seguir investigándola.
Sobre este peligro –que en realidad da muestra de las muchas virtudes del libro- hay que alertar: siempre habrá nuevos datos, y siempre habrá nuevas interpretaciones que se puedan hacer de los mismos.
De hecho -y aquí va una pequeña advertencia después de tanto entusiasmo respecto de la obra- una lectura rápida de la última página puede hacer suponer que efectivamente, se han desvendado los mecanismos de la invisibilización/invisibilidad afroargentina, cuando este es un proceso cuya extensión temporal excede al analizado en el libro. Y que precisa de su continua y aún actual (re)construcción… Ningún trabajo, por lo tanto, puede “explicar” la invisibilización de los afroargentinos
porque en cada momento histórico este proceso se continúa dando, y de maneras diferentes. No hay una sola invisibilización de una vez para siempre, sino varias y continuas....
Dicho esto, no puedo sino (re)afirmar que el libro de Lea es un aporte invalorable que lleva el nivel de los estudios afroargentinos varios escalones más arriba y nos brinda formidables herramientas para futuros trabajos –que, ya sea que estudien la presencia afroargentina a fines del siglo XIX como en el siguiente, en mucho deberán esforzarse para llegar al nivel de éste ….

Para descargar la introducción, el índice y el capítulo 1 de este libro: www.scribd.com/PROHISTORIA

miércoles, 23 de junio de 2010

Presentación de libro de Lea Geler sobre periódicos afroargentinos

(doble click en la imagen para agrandarla)

GELER, LEA: Andares negros, caminos blancos. Afroporteños, Estado y Nación. Argentina a fines del siglo XIX, Prohistoria Ediciones, Rosario, 2010, 412 pp -

El libro de Lea Geler propone a los lectores recorrer analíticamente el desfile de uno de los sujetos históricos menos frecuentados por nuestra historiografía: la comunidad afroporteña, sus formas de escritura, su lucha por obtener representación en la esfera pública, sus oscilaciones entre el pasado y el presente, los términos de su presentación y los de su representación. Gracias a este riguroso trabajo podemos saber quiénes y cuántos eran los afroporteños, dónde vivían, cuáles eran sus espacios de sociabilidad y, lo más significativo, qué tiene y qué debe la sociedad argentina de hoy a aquella comunidad, ora negada, ora ensalzada, que ha dejado marcas y huellas en la cultura nacional en expresiones que van desde la jerga hasta el candombe, pasando por el tango, el carnaval, su paso por la vida asociativa o la producción plástica y literaria. Andares negros consigue mostrar la realidad de los afroporteños vistos por sí mismos pero también las múltiples y complejas relaciones que tramaron la vida de esta comunidad con el proceso de consolidación del estado argentino y la creación de una Nación Argentina “blanca” y “civilizada”.

Lea Geler es Licenciada en Antropología Social de la UBA y Doctora en Historia por la Universidad de Barcelona. Actualmente es investigadora del CONICET y forma parte del grupo de investigación consolidado TEIAA (Universidad de Barcelona) y del IIEGE (UBA). Se ha especializado en el estudio de la comunidad afroporteña de descendientes de esclavizados y de esclavizadas, de las categorías raciales y de la construcción nacional argentina, dentro del campo más amplio de la Antropología Histórica. Ha recibido becas y subsidios del gobierno de Cataluña, de la Unión Europea y de la Universidad de Barcelona. Ha publicado en numerosos artículos sobre temáticas de su especialidad en revistas científicas europeas y americanas.

Para descargar la introducción, el índice y el capítulo 1 de este libro:
www.scribd.com/PROHISTORIA
Compra en línea: http://www.prohistoria.com.ar/ediciones/catalog/index.php

Librerías amigas: www.dondeconseguirprohistoria.blogspot.com

Pedidos: prohistoriaediciones@gmail.com

Ser Negro (Rada) en Buenos Aires...

El suplemento Radar de Página 12 de hace un par de domingo trajo un reportaje al músico afrouruguayo Rubén Rada. Transcribo algunos párrafos sobre su experiencia en Buenos Aires...
(Foto: suplemento Radar de Página 12)

“Yo viví en todas las épocas en Argentina. Vine por primera vez a los 10 años, con Gloria Marín y Adolfo Stray en El Nacional. Cantaba un candombe, ‘Soy un negrito de San Telmo’.

Cuenta entonces sobre su salida de Los Shakers, donde al comienzo tocaba la batería. “Porque ellos imitaban a Los Beatles y, cuando los agarró un productor porteño, el negrito no daba ni en pedo, y se quedó afuera”, se ríe.

También se acuerda de haber tocado en la inauguración del Sheraton con un grupo llamado SOS, o sacar entrada para la película Socorro con los integrantes del Con’s Combo, y ver cómo la gente salía de las peluquerías que había en aquel entonces en calle Lavalle para gritarles de todo por llevar el pelo largo. “Tampoco me olvido de las chanchitas, de las que bajaban los milicos y te rapaban de oreja a oreja. Te dejaban una raya y tenías que ir a cortarte el pelo. Yo viví eso.”

Rada también disfrutó de la buena vida, gastando en Recoleta el dinero bien ganado en Europa, hacia fines de los ’70, junto al trompetista Benny Izaguirre. “Parábamos en el bar La Rambla, entre los boliches Bwana y Africa. Nos patinamos toda la guita que trajimos”, explica.

(La época de la dictadura) no debía ser una buena época para andar por Buenos Aires...
–Pero nosotros estábamos con Tarantini y las modelos. Y para los milicos, los negros no tienen cabeza. Era lo mismo en Uruguay. Si sos negro, sos ignorante. Eso piensan. No se imaginan que podés ser de izquierda a muerte. Con el grupo Tótem fuimos los creadores del Frente Amplio. Y acá, cuando muchos rockeros estaban tocando en el Obelisco para Alfonsín, yo estaba en el bar La Paz tocando para el MAS.

Me acuerdo de que cuando Suar me llamó para Gasoleros, le dije que yo no era actor. ‘Hacé de Rada’, me dijo. Y eso lo puedo hacer, porque es lo que hice toda mi vida.”

lunes, 21 de junio de 2010

Los afrodescendientes y el /en el Bicentenario (3)

Comentario de Ariel Prat
Creo y apunto, sin menoscabar el caracter integrador y festivo de los festejos -en los que integré la programación actuando el mismo 25 de mayo en la avenida 9 de julio- que la presencia de lo afroargentino estuvo un punto descuidada, sobre todo en el desfile. Si la murga porteña se hizo visible (otro histórico faltazo a las horas de las existencias culturales y sociales), faltó la comunidad afroargentina como importante eslabón en la cadena de nación argentina. En dicha actuación, aporté dos temas,uno "Fiebre negra" y "Negra Murguera" (haciendo subir a compartirlo a los amigos de Bersuit) a la presencia.
Lo menciono como para tenerlo presente y en las semanas linderas a los actos, ofrecí junto a mi gente charlas ilustradas con conciertos vía Café cultura en donde el tema fue "Murga porteña y negritud.La cultura negada" y cité fuentes, con su permiso, como Frigerio, Cirio, Martin o Andrews.
Creo que avanza la cosa y el reconocimiento popular a la visibilización va de la mano del interés propio y digamos, de los sectores de la politica cultural que parece querer estar dando fuerza al impulso.
Dejo un enlace de youtube del tema Fiebre negra del 25 de mayo.
Un abrazo y gracias por este espacio fenómeno y tan rico.
Ariel Prat


domingo, 20 de junio de 2010

El Mundial y los afroargentinos -en Periodismo Social

El sitio web Periodismo Social aprovecha el Mundial para brindarnos un par de notas sobre las organizaciones sociales que actúan ayudando a distintos sectores vulnerables en Sudáfrica.
Asimismo, entrevistan a Pablo Cirio y Juan Suaqué para saber más sobre los afroargentinos, e incluyen una breve reflexión mía sobre el rol de los medios de comunicación en su estigmatización e invisibilización.
Se accede a ellas a través del siguiente link:


También trae un link para una útil "Guía de Africa para Periodistas", elaborada por la Casa de Africa del gobierno español.
No avalo todo su contenido, pero da un pantallazo general de la diversidad del continente africano y ciertamente puede ser aprovechada por un público más amplio que el de los periodistas.
Abajo, un ejemplo de los temas que trata y cómo lo hace:

Se descarga de:
http://www.casafrica.es/casafrica/documentos/GuiaMundialFutbolCasaAfrica.pdf

Sobre la Casa de Africa, que brinda diversas informaciones sobre la cultura, historia, y situación actual del continente:

sábado, 19 de junio de 2010

Iemanjá - flamenco style....


Con la globalización los símbolos religiosos se desanclan de sus contextos (geográficos, culturales y semánticos) originales y aparecen en los más inesperados. De todos los orixás, Iemanjá es la que más ha trascendido los límites religiosos, inspirando innumerables canciones y creaciones artísticas diversas.
Aquí la cantante española Isabel Pantoja la homenajea en una curiosa versión que mezcla cumbia y salsa, adornada por gestualidades flamencas.
Agradezco al pai Alfredo de Ogún

viernes, 18 de junio de 2010

Congreso brasilero aprueba Estatuto de Igualdad Racial

Después de siete años de trámite en ambas cámaras, finalmente el Senado brasilero aprobó el Estatuto de Igualdad Racial. Su redacción actual -que deberá ser aprobada por el presidente Lula- carece de casi todas las medidas concretas de acción afirmativa que contenía la versión original. Sin duda que es insuficiente, pero cuando determinados derechos se especifican en leyes, constituyen un arma formidable para luchas futuras....
(Diseño: Ilê Aiyê)

Clarín, 18 de junio de 2010
Brasil aprueba una ley en favor de la igualdad entre las razas
Fue 122 años después de abolir la esclavitud. La norma levanta críticas.
Por Eleonora Gosman

A 122 años de la abolición de la esclavitud, Brasil tiene ahora su primera ley que establece la igualdad de los ciudadanos independientemente de su color de piel. El Congreso aprobó ayer el Estatuto de la Igualdad Racial, un paso para promover la inclusión de negros, mulatos y pardos. El texto, que ahora deberá ser sancionado por el presidente Lula da Silva, no conformó sin embargo a la comunidad negra brasileña, que en pleno siglo XXI no dejó aún de sufrir la discriminación.
Entrevistado por Clarín, el padre franciscano David Raimundo dos Santos subrayó que el Estatuto votado es una “traición” pues no contiene elementos esenciales que obligan a la inclusión igualitaria. En esencia, fueron eliminados del proyecto original los párrafos que imponían el sistema de cupos para personas de color tanto en las universidades como en los partidos políticos, en los poderes públicos y en las empresas públicas y privadas. “Somos 51% de la población brasileña y sin embargo carecemos de un poder político acorde con nuestra importancia poblacional”, declaró el sacerdote que dirige la organización no gubernamental Educafro.
¿Usted ve un Brasil aún racista?
¿Cómo llamaría usted una situación en la que los negros representan apenas el 2% del universo de parlamentarios, donde una universidad prestigiosa como la de San Pablo (USP) tiene menos de 1% de profesores afrobrasileños, donde los alumnos negros son aquellos que llegan en programas de intercambio con países africanos? Frei David aporta otros datos. Hablan por sí solos. Apenas el 3,8% de negros o mulatos ocupan cargos ejecutivos en las 500 mayores empresas del país, según un relevamiento encomendado por la Confederación Nacional de la Industria que agrupa al conjunto del empresariado nacional. Febraban, la entidad que reúne a los bancos del país, llegó a la misma conclusión: entre el conjunto de sus empleados, apenas 9% son personas de color. Ambas instituciones decidieron implantar programas “afirmativos” para aumentar esa proporción.
El Estatuto de la Igualdad Racial, que endosó el Parlamento luego de 7 años de debate, fue precedido por muchos otros instrumentos del mismo tipo sancionados para proteger los derechos de los indios, de los niños, de los adolescentes. Esto indica, justamente, lo que la sociedad brasileña ha tratado de ocultar: la discriminación continúa. Basta una lectura de los párrafos de la ley que fueron eliminados para comprender que el Congreso alumbró un proyecto “lavado”: se eliminó toda referencia a cupos en el ámbito político, que establecía una cuota de 10% de las candidaturas para representantes de la población negra y mulata. También dejó afuera el parágrafo que establecía que el Poder Ejecutivo Nacional podrá estimular mediante incentivos fiscales la contratación de más de 20% de trabajadores de color en las empresas.
¿Qué fuerzas impidieron al Congreso votar una verdadera inclusión de los negros?
Fue el partido Demócrata, representante de aquellos ricos muy atrasados del país, respondió Frei David.
Se trata de la organización política que derivó del ex Partido del Frente Liberal , un grupo ultraconservador conducido durante años por el fallecido senador Antonio Carlos Magalhaes. El DEM forma parte de la alianza opositora que lleva como candidato al ex gobernador paulista José Serra.
¿Qué cree usted que debe hacer el presidente Lula da Silva?
Está obligado a sancionar la ley, por aquello de que “es mejor pájaro en mano que cien volando”. Quiero aclarar que desde que Lula decretó el programa conocido como “Pro–Uni”, que subsidia a universidades que integren negros y pobres, aumentó sustancialmente la presencia de personas de color en 100 universidades brasileñas. Faltan todas las demás.

Mientras tanto, en Argentina....

Fuente: Clarín Espectáculos, 18 de junio de 2010

domingo, 13 de junio de 2010

Postales de Harlem (1)

Harlem sigue siendo el epicentro de la cultura afroamericana, aún en momentos en que el barrio está (sobre)viviendo un acelerado proceso de gentrificación. Edificios, grandes y pequeños, son renovados y varios de sus habitantes ya no son afroamericanos. Como en otras ciudades, incluída la nuestra, buena parte de quienes nacieron o crecieron en un barrio ya no están calificados social y económicamente para hacerlo y deben hacer lugar para aquellos que sí pueden vivir (ahora) tan cerca de Central Park.
No voy a suponer que conozco el barrio, habiéndolo visitado dos o tres veces, hace algo más de veinte años con algo de temor, ahora recorriéndolo de manera más relajada y admirando las marcas culturales (populares y oficiales) que insisten en que éste todavía es territorio negro sin importar lo que sugiera la recualificación urbana.
Caminando por la calle 125, una de las avenidas principales, uno no puede sino maravillarse ante todos los puestitos callejeros que brindan la más inequívoca muestra de que uno está en un territorio culturalmente diferente. Puestos de libros de autores afroamericanos (o para ellos) -policiales, pornográficos, históricos, los dibujos y las tapas muestran cómo hasta la literatura está, aún segregada. Stories from and to.. the 'Hood.. Esto también se ve en los dvds, de directores, actores o temática negra, en los cds de rap o soul, y hasta en los puestitos de hierbas y perfumes mágicos.. root magic..
Resulta, claro, mas fácil describirlos que fotografiarlos. Aún cuando las calles se hayan abierto para los outsiders, uno todavía lo es, y el ghetto pass -como dicen los rappers- es provisorio y no incluye los derechos de fotografía.
Apenas de murales y esculturas callejeras, como muestran las fotos...


En la 125 (ahora llamada Marthin Luther King Boulevard) y la 7a avenida (ahora rebautizada, al norte de Central Park como Adam Clayton Powell Jr. Boulevard) hay una plazoleta, y un gran edificio público que llevan el nombre del primer congresista negro de Nueva York (Powell). Al lado del gran mural que se ve más arriba, un techo de zinc y un cerramiento de vidrio protegen una imponente obra de arte realizada con cáscaras secas de banana, alambre y una máscara de cobre. La obra, el doble de grande que una persona, representa a un Ndunga de los Bakongo.
Transcribo parte de una explicación que se encuentra a su lado:
"El Proyecto de Arte Público Ndunga se basa en una tradición de máscaras y disfraces de los Bakongo, de Africa Central. Los enmascarados Ndunga aparecen en ceremonias que se realizan cuando algunos de los habitantes han transgredido la justicia. Conocidos como los "Portadores de la Justicia" (Bearers of Justice, portadores o encargados de la justicia) los enmascarados llegan en grupos de cinco a diez.El proyecto tuvo su origen en el 2004, cuando Sandra Archer Morris Bell fue encargada por el Museo de Arte Africano para construir una Ndunga tradicional. Bell se asombró de cómo, los visitantes en el museo se mostraban maravillados y sorprendidos por esta imponente estructura. Allí nació la idea de extender el concepto de los Ndunga a un proyecto que sanara a la comunidad.

Tradicionalmente, los Ndunga representan ancestros que han retornado para mejorar y restaurar a la comunidad. En este caso, la máscara de bronce del Ndunga se asemeja a las caras de Malcolm X y Harriet Tubman combinadas. La misión explícita de esta Ndunga es mejorar los problemas de violencia. discriminación y violación que sufren las mujeres de todo el mundo."





Ndunga


(foto Banning Eyre)

En el blog Afropop Worldwide hay bellísimas fotos (y una descripción en inglés) del paseo de la Ndunga por las calles de Harlem antes de ser instalada en la plaza.
Fuente: http://www.afropop.org/multi/feature/ID/905/Ndunga,+a+Mask+with+a+Message,+Unveiled!

martes, 8 de junio de 2010

Los afrodescendientes y el /en el Bicentenario (2)

Por Eva Lamborghini
Fotos: Eva Lamborghini y Cecilia Galera

Como evaluación general, no caben dudas de que los festejos del Bicentenario fueron interesantes, exitosos y, como todos sabemos, contaron con una participación ciudadana masiva. Ahora bien, nos queda la misma pregunta que se hace Viviana Parody, en una entrada anterior de este blog, al ahondar un poco en la representación de la diversidad y preguntarnos –ya ni digamos por la posibilidad de que lo “cultural”/representacional tenga un correlato en la inclusión social- si todos los grupos “diversos” tuvieron iguales condiciones para representarse.
Con respecto al eje que nos convoca en este blog y que particularizó Viviana en la entrada anterior, agregaré unos sencillos comentarios sobre “la/s presencia/s de los colectivos afrodescendientes en el festejo del Bicentenario (oficial)” y las posibilidades de (re)presentarse y visibilizarse frente a una multitud de personas (presentes y/o que lo vieron por los medios) que ignora y desconoce su presencia, trayectorias de vida y también de lucha. A este respecto, lo primero que viene a mi mente son las sensaciones entre las que oscilé cuando circulé por los diferentes espacios del Paseo y observé los distintos espectáculos. A lo largo de esos cinco días, mis sentimientos alternaron guiados por dos pensamientos extremos: “lo afro: estuvo presente” - “lo afro: estuvo ausente”.

Resulta inevitable en este tipo de reflexiones traer a cuento el pensamiento de las elites económicas y políticas del país, en el período de su consolidación como estado- nación, con sus proyectos homogeneizadores y de “blaqueamiento” del “ser nacional”, cuyos efectos aún hoy nos inscriben como sociedad. Si hurgamos un poquito en los festejos del Centenario (1910), saltan a la vista algunas características que nos ayudan a pensar diferencialmente nuestro contexto actual y los festejos del Bicentenario que nos tocaron vivir.
Entre las imágenes hacia adentro y hacia afuera construidas y circuladas en el marco del Centenario, se filtraba la idea de “progreso”: se había alcanzado y se tenía la posibilidad de profundizar el proceso de modernización de las naciones europeas y de Estados Unidos. Argentina se (re)presentaba como un bastión europeo (aunque en calidad de país independiente) en América Latina. En este contexto, para los festejos de Mayo llegaron al país decenas de representantes de naciones “amigas”, siendo fundamental (hay fotos de ello) la visita de la Infanta Isabel de Borbón (tía del rey de España).
Las colectividades extranjeras instalaron sus pabellones y participaron además obsequiando objetos “perdurables”, como el Monumentos de/a los Españoles, y otros grandes monumentos fueron inaugurados, como el del Ejército de los Andes. Se hicieron funciones teatrales de “alta cultura”, y las “bellas artes” tuvieron su lugar. En consonancia con el espíritu de la época se exaltó la industria, el comercio, las obras públicas y las comunicaciones, en congresos y pabellones especialmente armados para ello.


Si hacemos una comparación grosso modo de ambos festejos, con cien años de por medio y mucho agua corrida bajo el puente, resulta muy claro, casi obvio, que los festejos por el Bicentenario denotan cambios en la construcción de las imágenes de la nación argentina.

Hoy atravesamos un momento histórico (que trasciende lo local- nacional) en donde se afianza una narrativa multiculturalista de representación de la nación. Este cambio va de la mano del pasaje de un énfasis en lo “material”, pensemos en los monumentos de antaño, a la mayor valoración de lo “inmaterial” de las expresiones culturales de la gente, su “cultura”, sus comidas, trajes típicos (los estudios de antropología urbana han profundizado sobre estos cambios). No es que el discurso de la industria y el avance tecnológico no estuvieran presentes en los festejos del Bicentenario (de hecho se construyó una especie de pabellón al respecto), pero claramente el verdadero atractivo, y donde se pusieron todas las fichas, fueron los desfiles (más allá del clásico desfile militar) de “colectividades”, de carrozas históricas; los stands de comidas; los espacios dedicados a las provincias que destacaron sus patrimonios naturales y culturales; y los masivos recitales de música popular (principalmente).

La palabra que se pudo respirar fue la de “diversidad” con una clara orientación hacia Latinoamérica.
En el marco de los dos grandes desfiles, hubo presencia de afrodescendientes y africanos y esto no es menor para quienes fueron convocados y estuvieron (o finalmente no) participando de los grandes festejos. Por nuestra parte, espectadores especialmente interesados en analizar la incorporación de la población negra en la narrativa de la nación en los grandes festejos, dado que sabíamos de antemano cuándo y de qué forma iba a haber “algo afro” pudimos, en la medida de lo posible, ver y registrar dicha inclusión. Sin embargo, estas inclusiones no fueron lo suficientemente marcadas, anunciadas, e incluso espectacularizadas, con lo cual, ante el público general (y los medios) pasaron mayormente desapercibidas.

Veamos entonces los dos grandes desfiles; el de la “Integración” de las “Colectividades” (23 de mayo), y el “Artístico- histórico” (25 de mayo). En el primero, los afrodescendientes que desfilaron lo hicieron respondiendo a sus adscripciones nacionales (Bolivia, Brasil, Ecuador, Venezuela, Uruguay; desfilaron también nigerianos bajo la bandera nacional respectiva). De esta manera, las solidaridades que, aunque escasas y/o precarias, existen dentro del “campo afro” de la ciudad se fragmentaron (y así su impacto) al compartimentarse por orígenes nacionales.

En esta línea, los grandes escenarios dedicados a recitales de música contaron, como dice Viviana, con una impresionante impronta afroamericana en lo performático, pero presentada en términos nacionales o bien continentales. La presencia de artistas afrodescendientes como Totó la Momposina y Gilberto Gil, se anunció dentro de los recitales de “homenaje a la música latinoamericana”, incluso Totó se refirió a su música como la música de la gente de Colombia.

En cambio, un cuadro más “afro-diaspórico” que por naciones “dentro” de la nación, fue el que se propuso desde el INADI (bajo el lema que por cuarta vez expresó “Argentina también es afro”). Detrás de esta bandera se sumaron afrodescendientes de la Unión Caboverdiana de Dock Sud y un grupo de residentes africanos (bajo la consigna “El Cincuentenario de los países africanos acompañando el Bicentenario”). Este cuadro salió al final del desfile de las colectividades; lo que puede pensarse de dos formas opuestas: interesante “cierre” o bien, organizados para lo “último”, sumado esto a la eventualidad de la lluvia, que hizo que fuera escasamente presenciado por la gente que aguantó hasta el final, y en plena lluvia, y que no fuera registrado en absoluto por los medios.

De cualquier forma, pone de manifiesto la dificultad de encuadrar a los colectivos “afro” en los términos pensados para las colectividades, que desfilaron siguiendo el orden alfabético correspondiente a cada estado. Ni que decir del problema categorial/clasificatorio que se plantea para los “afro-argentinos” que mencionan, en entradas anteriores, Alejandro Frigerio, Pablo Cirio y que reitera Viviana.


Relacionado con esto último, veamos ahora el desfile “Artístico-histórico” que representó mediante diecinueve escenas la historia nacional. En este gigantesco evento, los afrodescendientes estuvieron representados como “parte” de la nación. La escena que contó con la convocatoria y participación explícita de afrodescendientes (como dice Viviana, actuando de afrodescendientes) fue uno de los primeros cuadros; el correspondiente al Éxodo Jujeño. Hay claras similitudes con el desfile de las Colectividades, en términos de las dificultades de visibilización de los afrodescendientes. La escena del Éxodo Jujeño no tenía la ventaja artística-tecnológica de ser realmente una “carroza” que lograra especial impacto y atracción de los espectadores.
Se puede comparar esto con la otra población subalternizada de la nación, los pueblos originarios, cuya escena atrajo la atención de la gente y de los medios. Porque el número dedicada a los Pueblos Originarios -con nula alusión al hecho de la conquista, cabe resaltar- contó con un despliegue de plumas coloridas –al estilo del “indio” (norte)americano- y de música (entre indígena y electrónica), todo en una gran carroza con escenarios que subían y bajaban. Frente a esta visión espectacularizada (e incluso teniendo en cuenta los problemas de banalización de este tipo de (re)presentaciones) pensemos la escena del Éxodo Jujeño: gente negra caminando entremezclada con mestizos, indígenas y militares (algunos mulatos), todo bajo un cierto alo de penuria propio de una situación de éxodo. Como si fuera poco, los afrodescendientes estaban reunidos a un lado del desfile con lo que, para la gente que estaba del otro lado, fueron básicamente imperceptibles.

Por último, aunque no menos importante, la presencia de afrodescendientes dentro de esta “escena” me lleva a pensar que, tal vez, más allá del acontecimiento histórico en sí, se intentó recrear la matriz poblacional del momento inmediatamente posterior al período colonial (1812). La inclusión dentro de la génesis de la nación es objeto de reconocimiento, a la vez que pone de relieve lo que Frigerio sostiene en diferentes trabajos, esto es; la reproducción de la narrativa dominante de la nación que ubica y mantiene a la población negra en el pasado.

Fotos de los festejos del Centenario. http://masaplus.blogspot.com/2008/10/fotos-viejas-de-buenos-aires.html

domingo, 6 de junio de 2010

Cultura afro - en Radar....

El suplemento dominical de Página 12 de hace un par de semanas (estoy algo atrasado) incluyó diversas manifestaciones de cultura afro en su sección Salí -habitualmente dedicada a restaurantes y bares. La selección es heterogénea y amplia, incluye a la revista online Quilombo, al narrador de cuentos africanos Pedro Parcet, el artista plástico afrouruguayo Daniel Pérez Acosta y la agrupación de tambores de Cheikh Gueye.

(doble click en las notas para agrandarlas y leerlas)


Fuente: Radar, suplemento dominical de Página 12 del 23 de mayo de 2010.
Online, en http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/18-6189-2010-05-23.html

San Félix en Ñ

El último número de la revista Ñ, del diario Clarín, dedica su separata de cultura de las provincias a San Félix. En este pueblito de Santiago del Estero viven 220 personas, agrupadas en 45 familias, todas descendientes de una pareja de afroargentinos que se asentó en el lugar a mediados del siglo XIX.

viernes, 4 de junio de 2010

"Umbandas", "de reclamo en el Congreso" -según Página 12

Página 12 fue el único medio gráfico que cubrió la marcha de los umbandistas hacia el Congreso. Bien por ellos.
Ahora, chicos, cuándo aprenderán los periodistas (y algunos sociólogos) que no son "los umbanda" sino "los umbandistas"?
Las comillas en las frases que señalan lo que manifiestan los umbandistas son por cuidado en la transcripción textual o señalan una cierta distancia, del tipo "ésto lo dicen ellos, no nosotros"?
(foto: Daniel Dabove para Página 12)

Página 12, 4 de junio de 2010. Sociedad.
Los umbandas, de reclamo en el Congreso

Los profesantes de la fe umbandista salieron a la calle. Ayer, un par de cientos de ellos, pertenecientes al Movimiento Integrador de Religiosos Afro Umbandistas, se concentraron frente al Congreso para reclamar por la “inclusión social” y la “dignidad” de ese grupo religioso. Los manifestantes, rigurosamente vestidos de blanco, denunciaron que sufren el prejuicio y la discriminación social por su fe. Sostuvieron que son víctimas de un “proceso de invisibilización social” que se manifiesta “ferozmente” en los medios de comunicación, que “desinforman intencionalmente, agraviando y perjudicando a millones de practicantes” del umbanda. También piden la derogación o modificación de la ley 21.745.

Y los afroumbandistas fueron al Congreso....

Como siempre, hubo menos gente de la que se esperaba o podía/debía estar (la concurrencia habrá alcanzado 400 o quinientas personas? -quizás contando quienes estaban por un rato y se iban...).
De todas maneras fue una fiesta.
Los que sí estuvieron le pusieron toda la onda -con algunos papeles protagónicos que no mencionaré para no plantear suspicacias- y fue muy lindo cantar el himno de Umbanda frente al Congreso, en la plaza, y directamente emocionante hacerlo de nuevo, sobre la avenida Rivadavía - en medio del lío de tránsito que había, que no causaron los umbandistas-, al lado del Congreso mientras se esperaba que salieron los representantes que habían logrado entrar (sólo pudieron hacerlo tres, y una abogada).
Fue muy lindo ver cómo los tambores sonaban como que se iban a escuchar por toda la ciudad y oír los pontos de umbanda y kimbanda -todo sobre Rivadavia entre Callao y Riobamba. Entre los policías que miraban, algunos con cara de pocos amigos, otros amables, y alguno siguiendo el ritmo con la cabeza -era umbandista, claro...
Se entregó un petitorio con reclamos, tanto al líder de la bancada oficial de Diputados como al de Senadores.
Si la cantidad de practicantes no fue tan grande como debería, si hubo una notable presencia de pais de santo importantes...
Para el mes que viene, a Plaza de Mayo....
¿Y qué tal si aparecen algunos/as de quienes se la pasan bailando y tocando ritmos de orixás? ¿ Acaso les resulta ajeno ?