jueves, 2 de julio de 2009

Robert Johnson y el diablo....

La historia de Robert Johnson -más bien su leyenda, ya que de él poco se sabe- resulta particularmente interesante para la comprensión del mundo afroamericano por su conjunción de música, magia y reivindicación tardía por el mundo blusero y rockero blanco.
La admiración de Keith Richards por el músico, por ejemplo, va bastante más allá de lo que se vislumbra a través de sus palabras reproducidas en Clarín –y en la entrada anterior del blog. Llegó a decir: “La primera vez que lo escuché, oía dos guitarras, y me llevó un tiempo darme cuenta de que en realidad el único que tocaba era él”. De manera similar, Eric Clapton afirmó que para él “Robert Johnson es el músico de blues más importante que existió…. Nunca encontré algo mas profundamente lleno de soul (soulful) que Robert Johnson”
Entre los varios honores que su música y persona recibieron (casi cincuenta años después de su muerte) figuran el quinto lugar en la lista de la revista Rolling Stone de los 100 mejores guitarristas de todos los tiempos, su inclusión en el Rock and Roll Hall of Fame (dentro del rubro “influencias tempranas”) y el otorgamiento de un premio Grammy en reconocimiento a sus logros (recibido por su hijo en 2006). El disco que recopila las 29 canciones que de él conocemos (The complete recordings of Robert Johnson) editado en 1990, ganó un Grammy ese año como “mejor álbum histórico” y al año siguiente fue premiado en categorías similares por la revista Downbeat y en las Blues Foundation Awards. Cuatro temas de Jonson figuran en el Rock and Roll Hall of Fame entre las 500 canciones que formaron a ese género (Sweet Home Chicago, Love in vain, Cross Road Blues y Hellhound on My Trail). Complete recordings recopila los temas anteriormente aparecidos en King of the Delta Blues Singers (volúmenes 1 y 2), sus long-plays de 1961 y 1970. Las canciones originales fueron grabadas en 1936 y1937 y editadas en discos de pasta que alcanzaron tan sólo un módico éxito en el sur y sudeste de los EEUU.
Su reconocimiento post mortem, debido mayormente a la admiración de su obra por músicos contemporáneos (mayormente blancos) excede en mucho al que alcanzó durante su (corta) vida (1911-1938) durante la cual se desempeñó como músico itinerante y callejero por distintos pueblos y ciudades a lo largo del delta del Mississipi, en el sur de los EEUU. Su trayectoria fue reconstruída tan sólo recientemente, por medio de investigaciones que se basaron en testimonios de los músicos de blues que lo conocieron y que dieron origen a varios libros y documentales.

La leyenda de Robert Johnson resalta siempre su destreza con la guitarra y lo apropiado del adjetivo “endemoniada” para calificarla. La cualidad que el adjetivo denota debe tomarse en un sentido más bien literal, ya que ésta provenía, según el propio relato del músico, de su encuentro con el diablo en un cruce de caminos. Ya fuera en broma (para algunos) o en serio (según otros) el relato -que ha sido recreado literariamente varias veces e inspirado leyendas urbanas y creencias populares en EEUU- narra el encuentro con un hombre negro de gran tamaño en un cruce de caminos. Luego de que éste le afinara la guitarra, tocara unos temas, y se la devolviera, el músico habría adquirido una destreza formidable para el instrumento. Algunos testimonios reales dan cuenta del progreso asombroso que logró como ejecutante en un corto período de tiempo, abonando la leyenda diabólica.
La leyenda del encuentro con el diablo en el cruce de caminos y los dones musicales que conlleva, sin embargo, es anterior a la vida de Jonson y abarca a un espectro mayor de músicos: tocadores de banjo, violinistas, acordeonistas y aún profesionales en el juego de barajas o dados. Según algunos, la historia se inspiraría también -o aún más- en la vida de otro bluesman, de nombre similar: Tommy Johnson, famoso principalmente durante la década de 1920. La leyenda –y su asociación con Robert- se popularizó con la película de ficción Crossroads de 1986, que relata la búsqueda de un joven músico blanco de la 30ava e inédita canción de Johnson (recordemos que Complete Recordings tiene 29) en sus viajes por el sur de los EEUU. También aparece en la más actual “¿Donde estás hermano?” dirigida por los Cohen, en una escena en la que se aprecia un cruce de caminos en el medio de la nada, y allí parado un músico negro a quien los protagonistas recogen. Este músico, que recibe el nonbre de Tommy Johnson en la ficción, también dice haber vendido su alma al diablo.


(Encuentro con Tommy Johnson en cruce de caminos en la película ¿Donde estás hermano?)
Sea cual fuere el status de veracidad que el mismo músico le asignara al encuentro, es indudable, sin embargo, que al menos seis de sus canciones hacen referencia al diablo o a persecuciones diabólicas. Una de sus obras más conocidas, Crossroads blues, sin duda reafirma la leyenda. El tema se hizo famoso a fines de la década de 1960 al ser versionado por Cream. Más explícita todavía respecto de un pacto diabólico resulta Me and the devil, que señala
Early this morning when you knocked upon my door
Early this morning, umb, when you knocked upon my door
And I said, 'Hello, Satan, I believe it's time to go,

Y luego
You may bury my body down by the highway side/
You may bury my body, uumh, down by the highway side/
So my old evil spirit can catch a Greyhound bus and ride

La conexión con practices y creencias afroamericanas (de distinta antigüedad y origen ) aparece claramente en otro de sus más reconocidos temas: Hellhound on my trail. El título de la canción (un perro del demonio sigue mi rastro) hace referencia a una creencia vigente en las iglesias evangélicas negras, para cuyos integrantes los músicos de blues estaban, por su forma de vida, decididamente del lado del demonio.
Una parte de la letra de la canción, además, no puede sino resultar muy familiar para quien haya leído los trabajos del antropólogo Wade Davies sobre la utilización de polvos “mágicos” en el vodoun haitiano. Dice:
You sprinkled hot foot powder, mmm, around my door
All around my doorYou sprinkled hot foot powder, all around your daddy's door
Estos polvos, para enamorar, alejar a una persona o envenenarla, son efectivos tanto a través de su (generalmente involuntaria) ingestión como al ser absorbidos a través de la piel –para el caso de la canción, como en Haití, al pisarlos una persona descalza. Según el relato de Wade Davies son muy comunes en el vodoun y formas similares pueden sin duda formar parte del repertorio de los root doctors del sur de los EEUU.
La letra de la canción suena algo más amenazante y premonitoria si se sabe que el músico murió a los 27 años envenenado, probablemente por el marido de una de sus numerosas novias/amantes. Algunos dicen que fue estricnina en el whisky, otros señalan que, por los tres días que pasó en agonía, debe haber sido utilizado otro ingrediente.
Claro que las referencias a la cercana presencia del demonio también deben ser interpretadas dentro del contexto de la época. Menos que a tendencias diabólicas anticristianas de Jonson, pueden/deben hacer referencia al lugar marginal que los músicos de blues ocupaban en la época. Su forma de vida y su música dentro de un contexto más bien puritano eran consideras diabólicas tanto por los blancos como por los afroamericanos que se congregaban en iglesias evangélicas. Asimismo, el encuentro con el diablo (en su versión afroamericana) en el cruce de caminos no puede sino traer inmediatas asociaciones con Exú, Elegua, o, para el caso más apropiadamente, Legba, el dueño de los caminos en el vodun haitiano, pariente mayor del voodoo/hoodoo sureño norteamericano. Pese a no sobrevivir como un sistema de creencias (más o menos) organizado expresado en rituales comunitarios, como sus parientes haitianos, cubanos y brasileros, existen numerosas creencias afro(norte)americanas cuyos orígenes sí pueden ser trazados al Africa occidental. En este caso, por lo tanto, quizás no sería tanto un pacto diabólico al estilo Fausto sino la obtención de ayuda de quien abre todos los caminos –terrenales y espirituales.
(vevé de Legba en el vodoun haitiano)
Como fuere, y como es de esperar con los mitos modernos, existen actualmente dos cruces de caminos que pretenden ser los de “el encuentro” del músico con su mentor, ya fuera diablo cristiano o trickster africano, uno en Clarksdale y otro en Memphis. De la misma manera, existen tres presuntas tumbas del ahora famoso músico.

Una última y también inevitable referencia (o intertexto, como dicen ahora) es con las salamancas del NO argentino –que sin duda merecen un tratamiento más detallado- en las cuales el encuentro con un diablo –muchas veces negro- otorga también virtudes inigualables para tocar la guitarra o el violín. El antropólogo José Grosso relaciona estas creencias con la (ya casi olvidada) presencia negra en el NOA, y a la luz de lo visto hasta aquí es muy probable que tenga razón.

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