miércoles, 27 de agosto de 2008

Mujeres afro: puertas cerradas

Coro Afrogama de Uruguay, en la fiesta de Iemanjá, febrero de 2008
Lunes, 25 de agosto, 2008 - AÑO 9 - Nro.3009 - Diario La República - Montevideo
Mujeres afro: puertas cerradas
Por (Mãe) Susana Andrade (de Oxum)- Líder religiosa

Pasó otro Día de la Mujer Afrolatina y Afrocaribeña, sector discriminado entre los discriminados de la población mundial. Este año por aquí hubo mayor cantidad de actividades y fue más notoria la presencia de jerarquías del gobierno y líderes sociales que acompañaron, aunque aún dista mucho de ser una celebración con la repercusión que merecería para paliar, al menos en parte, la desventaja social acumulada y nunca justamente compensada.
Este mismo año hubo representantes compatriotas en la primera asamblea de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora sucedida en Panamá, que contó con la participación de ciento veinte mujeres representativas de veintidós países de la región y acordó reunirse en nuestro país en 2010.
En Uruguay desde el actual gobierno se llevan adelante acciones afirmativas involucrando distintos ministerios y organismos públicos, y se contempla la necesidad de equidad de género en diversas áreas antes impensadas. Sin embargo falta mucho, sobre todo desde el sitio de las mujeres afro. Donde hay voluntad y hay leyes, falta por ejemplo un presupuesto adecuado para plasmar esos cambios. Necesitamos incidir y para eso debemos estar comprometidos en la gestión de forma tal que articulemos acciones concretas a nivel de la colectividad.
Sólo se logra un cambio significativo en el desarrollo de las sociedades si se cuestionan directamente los patrones de poder existentes. El concepto moderno de "empoderamiento", usado con frecuencia específicamente relacionado a la mujer, se utiliza en el contexto de la ayuda al desarrollo económico y social para hacer referencia a la necesidad de que las personas objeto de la acción de desarrollo se fortalezcan en su capacidad de controlar su propia vida. También puede ser interpretado como un proceso político en el que se garantizan los derechos humanos y la justicia social a un grupo marginado de la sociedad. Los programas de empoderamiento se orientan a permitir el acceso de las mujeres a los recursos y a la toma de decisiones, tanto individuales como colectivas, y conseguir que ellas se perciban a sí mismas capaces y legítimas. Hace falta imperiosamente trabajar en fortalecer la autoestima de las afrouruguayas, muchas de las cuales aún creen íntimamente que no tienen derecho casi a nada.
Como Deolinda, una historia común a un gran número de mujeres nacidas y criadas en régimen de semiesclavitud remunerado con casa, comida y la falsa ilusión de una familia prestada: la de sus patrones estancieros fronterizos. Sólo que pasa los sesenta y no ha formado su propia familia, ni ella ni su hermana en iguales circunstancias, pues dedicaron su tiempo a otros desde que la madre les dejó esa herencia de trabajo doméstico donde la entrega no admitía espacio para intereses personales. Desde tal provocado estado de renuncia, se le concedió el ser como "una más de la familia"; viendo pasar la vida ante puertas aparentemente abiertas y eternamente cerradas al goce de ser para sí misma. ¿Acaso alguien tiene derecho a apropiarse de la vida de otro por casa y comida? Debería ser un delito no explicarle a las Deolindas del mundo qué significa el empoderamiento.
Simone de Beauvoir, una de las figuras intelectuales francesas más importantes y comprometidas de mediados del siglo veinte, dijo: "No pretendo que las mujeres tengan poder sobre los hombres sino poder sobre sí mismas".