martes, 24 de junio de 2008

Umbanda y Misterio en el Clarín Zonal de José C. Paz

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Pese a que (o quizás porque) intercambié tres o cuatro mails bastante largos con el periodista de Clarín Zonal (intentando explicar algunas cosas) es que quedé bastante decepcionado con el resultado de la nota. Quizás no fue la intencion del cronista, pero el resultado final es bastante peyorativo para la religión, principalmente por cómo se plantean los argumentos, los títulos y subtítulos utilizados, y la manera en que se describe la sesión.
Ya desde la primera pagina del periódico la manera en que está presentada la nota no es feliz.
Dice “Muchos vecinos los ven con desconfianza”. ¿Los miembros de los 200 templos, no son vecinos? ¿Son siempre intrusos? ¿Vecinos de segunda? ¿El periodista hizo una encuesta en el barrio para decir: “Son “muchos” o serán, más bien, “algunos”? ¿No sería más prudente y menos prejuicioso decir “algunos” si no hay datos estadísticos ciertos?

El título de la nota, adentro, tampoco. “Templos de ritos umbanda”. ¿Por qué “ritos umbanda”? ¿Por qué no religión umbanda?
La oración arriba del título, señala una mayoría de vecinos que “desconfían” y vuelve a dejar afuera del grupo de los vecinos a los umbandistas, que parece no son de ese barrio (ni siquiera los que viven allí…..)
El segundo copete afirma que “aunque no todos realizan sacrificios de animales, en algunos casos se faenan aves, cabritos y lechones”
Este copete señala una posición tomada. ¿Cuál sería el problema de que se faenen animales? (yo sugeríria usar siempre la palabra ofrendar, ya que no sólo es la traducción correcta de ebó sino que da una mejor idea de la intención religiosa del acto, mucho más que faenar que parece algo que se hace en una carnicería...)

El recuadro que habla sobre la posición de las sociedades protectoras de animales comienza, prácticamente, lamentando que la Secretaría de Culto no controle, inspeccione o sancione a pesar de la opinión de las sociedades protectoras. Pregunto: cuál es el conocimiento objetivo que tienen estas agrupaciones sobre qué es lo que pasa en los rituales de kimbanda o nación y para denunciar crueldad? Toda la discusión del periodista se refiere a omisiones, imposibilidades de sancionar o inspeccionar por parte del estado. Se da por sentado que el sacrificio de animales es o debería ser una práctica delictiva –sólo que difícil de controlar y sancionar por defectos legales.
Nada se menciona sobre la libertad religiosa. Cualquier debate al respecto debería comenzar con este derecho básico, mas que con la ley Sarmiento.

La descripción del ritual está lejos de ser objetiva.
Desde el primer párrafo: el frío lastima, el perro rengo, el borracho, un cartel bajo un farol roto. ¿Descríbiría así el cronista su visita a la parroquia del mismo barrio?
El templo parece “un amplio garaje de cerámicas”. Los participantes “miran fijo” al cronista. Lo querrán ojear? Antes de empezar siquiera la sesión el humo “ya marea”. El pai entra “como escupido de una pequeña puerta rotosa ” Tiene “mirada de guerrero” – ¿querrá ojearlo, también? El pai pega “un alarido indescrifrable”, los tambores tienen “un ritmo embriagador”, el pai da vueltas “como un rombo enloquecido” (será un rombo o un trompo?). Nuevamente recomienza “la danza frenética”. El olor a cigarrilo “ya es nauseabundo” . La ceremonia continúa adentro y “el borracho sigue afuera” (¿relevancia para la nota?.
¿Podrá esta acumulación de adjetivos brindar una descripción objetiva o, más bien, transmitirá los propios temores del cronista ante no sólo una religión que desconoce sino también un barrio y una situación social que parece serle ajena y repulsiva? Creer o reventar.