martes, 11 de marzo de 2008

Ilê Aiyê - Noite da Beleza Negra 2008 (III)

Pero gracias a Dios, si uno quiere ver un bloco afro, todavía está Ilê Aiyê. Y las “negonas do Ilê” siguen danzando prá valer. No creo que haya otro bloco que mantenga tanto la danza como Ilê. Para la “escolha da beleza negra” las candidatas (unas quince) tienen que saber bailar, mesmo, aún cuando no sean bailarinas profesionales. Es en el baile que se las juzga -primero todas juntas, luego cuando van saliendo de a una. Todas saben bailar increíblemente bien, no sé si porque se criaron en el barrio o tomaron clases para el concurso o porque ya fueron tantas veces que lo aprendieron solo por estar allí. Pero es una escuela de danza popular fantástica. No se sabe si todas son o sólo parecen bellísimas, con sus peinados y sus ropas afro, y bailando como si fueran de otro mundo y ésta fuera la última vez.
Con la danza de los blocos afro (aún más que la de candomblé de los terreiros) parece que la gente nadara en el aire, se desplazan de una manera que difícilmente se ve fuera de Bahía. La forma de desplazarse que tienen pegada al piso es muy complicada de imitar. En uno de los años anteriores, recuerdo que la reina le pasó la corona y el cetro a su sucesora bailando, una entraba de un lado y la otra de otro, y se intercambiaban los atributos sin parar de bailar. Eran puro movimiento, como dos peces en el agua cortejándose.
No es que la danza no haya cambiado, claro. Fue muy ilustrativo ver este año cómo bailaba una de las reinas antiguas (de fines de los 70, creo, o comienzos de los 80). Hacia movimientos más cortos, bruscos y chiquitos de brazos, bailaba más inclinada –más parecido a la danza que se ve en los terreiros. Las reinas y postulantes actuales bailaban de una manera más estilizada, especialmente los brazos más extendidos y el tronco más vertical (no siempre, podía bailar quebrando hacia el piso, pero en momentos hacían movimientos más parados y extendidos). Los pasos seguían siendo los de los orixás y era en los brazos donde más innovación e improvisación se veía –lo que parece distinguir a la danza de blocos afro de las de orixás.
Se ve, entonces, una innovación y una evolución, pero dentro de la estética y de la lógica del propio movimiento. No se sustituye una cosa por otra, se transita por nuevos senderos dentro de un camino propio. Se desarrolla y se profundiza una estética propia, no se adopta la de otro grupo social.

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